En la calle Danus Atlas aguanta el mundo con ligereza porque cruza fronteras a velocidad de bite. El globo lo elevan entre Astrid Stavro, Pablo Martín y Rafa Roses, en racha últimamente al haber sumado el Premio Nacional de Diseño 2013 para Pablo y el encargo de la señalética y la identidad visual del Museu del Disseny de Barcelona así como el rediseño de la revista Elephant. En paralelo, el medio siglo de Martín, coautor del diseño de El País de las Tentaciones junto a Fernando Gutiérrez, y el nacimiento de la primera hija de Rafa, Olivia. Design Atlas lleva el mundo con alegría. Están en racha.

Mallorca, Trieste, Barcelona son las casas natales de tres diseñadores que han hecho de la gráfica no solo profesión sino una manera de estar en el mundo. Han elegido Palma "porque después de dar vueltas y vivir en aviones, ¡que gusto dar llegar a casa!", exclama Astrid.

En la Babel del diseño, es difícil imaginar que ese escueto cuadrado azul en la puerta, a la derecha de un portón de madera noble y una campanilla de latón, es la carta de presentación de uno de los estudios de diseño gráfico punteros que además quieren, y así lo hacen, poner su pica en Mallorca.

"Trabajamos desde Mallorca para todo el mundo, Inglaterra, Alemania, Patagonia, Estados Unidos, México. Palma es el nuevo París. Lo fue antes Nueva York, y ahora es Palma", enfatizan los tres que aseguran, cuando presentan su estudio, que "es local" aunque abierto al mundo. Pablo Martín ha concluido una conversación a tres bandas con Londres y Nueva York a través del gran aliado skype. Las diferencias horarias las superan con alguna cabezadita.

"No hemos venido aquí porque hace sol. Nuestro caso no es el único. Queríamos vincularnos, implicarnos con nuestro trabajo a la isla", explica el recién Premio Nacional de Diseño. Así están dejando su huella en trabajos para el restaurante Can Na Toneta, los eventos de Chefsin, Amadip Esment, el packaging para empresas como la Relojería Alemana o el reciente festival de cine Maremostra.

"Ser isla te obliga a viajar", casi un leit motiv asumido por el equipo y compensado por trabajar en un lugar céntrico, donde antes estuvo la Escuela Blau de Moda y Diseño. "Nos vienen a ver. Se paran. Tomamos un café. Eso da una idea de que recuperamos la vida de barrio", señalan los tres. Sin olvidar, desde luego, que "somos nómadas", apunta Pablo, criado en la zona de la calle Bailén en Barcelona.

En una de las salas, una pared se ha convertido en encerado. Distintos estudiantes, becarios, de diversos países trabajan frente a sus ordenadores. Esta mañana Design by Atlas respira pausada pero "suele haber mucho movimiento", asegura Rafa. Atlas lleva el mundo sin que se note. La gestión es cosa de Mercedes Giménez.