El puerto de Palma siempre ha contado con un lugar de paseo desde el que se pudiera observar la actividad portuaria y, por este motivo, antiguamente fue muy conocido el Moll de la Riba. En los años 60 fue sustituido por el Dique del Oeste, pero este paseo emblemático fue cerrado hace años y los palmesanos se han quedado sin un lugar adecuado desde el que poder observar el puerto y las vistas del perfil de la ciudad en la lejanía.

El paseo de la Riba llegaba hasta el antiguo faro del puerto, por lo que daba continuidad al Born y la avenida Antoni Maura desde el casco antiguo de Palma. Caminar hasta el faro, que se ha convertido en el símbolo de la Autoritat Portuària, constituía un paseo habitual para muchos palmesanos, ya que desde allí podían ver por un lado la Bahía y la llegada de las embarcaciones que recalaban en el puerto y, por otro, la actividad en el interior del Moll Vell, con las maniobras de atraque y desatraque de los buques, así como la estiba y la desestiba de la carga de estos. Hay innumerables fotos y postales que han dejado constancia de esta tradición.

El paseo de la Riba se eliminó en la segunda parte de los años 60 y tomaron el relevo los muelles de Poniente y, principalmente, el Dique del Oeste, inaugurado en 1961. Numerosos palmesanos acudían allí a observar de cerca los grandes trasatlánticos y buques de guerra o simplemente a pasear y ver la perspectiva de Palma, la Catedral y Bellver.

Asimismo, de camino, muchos también aprovechaban para tomar algo en la terraza de las estaciones marítimas y fue famosa la actividad social de la estación de Pelaires en los años 60.

Eran unos tiempos en los que la relación entre la ciudad y el puerto era intensa, y numerosos aficionados conocían los barcos y se interesaban por sus historias. También eran habituales las visitas a buques representativos y no existía ninguna traba para poder acercarse a ellos, por lo que de esta manera muchas personas pudieron subir a bordo de buques de guerra y buques escuela, e incluso surgió allí más de una vocación marinera.

No obstante, esa época se acabó alegando motivos de seguridad. Primero se cerraron los muelles de Poniente y, posteriormente, el Dique del Oeste. De este último, al principio dejaron abierto el paseo del espaldón, es decir, el que circulaba por la parte alta, y se prohibió el acceso a la parte baja, por lo que todavía se podía observar la vista y la actividad portuaria, pero un hundimiento de una parte de este paseo en su primera alineación provocó que también se cerrara y, pese a que estos desperfectos fueron reparados, el paseo ha continuado clausurado hasta hoy. Algunas voces se han alzado reclamando la reapertura de este espaldón, sin ningún resultado.

En 2009 se habilitó un paseo en la parte exterior de la primera alineación del Dique del Oeste, aunque no suple al anterior, dado que desde allí no se puede observar ni la actividad portuaria ni la ciudad. Además, está abierto y expuesto a las olas y el viento. En la actualidad, la visión de los buques, ya sean de carga, de pasaje o de guerra, ha quedado como algo lejano, que aparece en los medios de comunicación pero únicamente se puede ver de lejos al transitar por el paseo Marítimo o por delante de la Catedral. Poco a poco y debido a este alejamiento, se ha ido perdiendo la identificación de numerosos palmesanos con su puerto, así como la percepción de la importancia que el transporte marítimo tiene para la isla. Si la Autoritat Portuària tiene la intención de acercar el puerto a la ciudad, la apertura del paseo del espaldón sería un buen comienzo y un regalo que muchos agradecerán.