Cuando Bàrbara Flaquer montó en Can Pueyo petit el primer Pop Up Shop de Palma en septiembre de 2011, animada por la articulista alemana Sabine Weseman, no podía imaginarse la "curiosidad" que despertó abrir aquel portón de hierro negro de la Rambla, ¡como quien desvela un misterio tras levantar el pañuelo blanco de un mago con chistera! El inmueble de mediados del XIX llevaba tiempo cerrado a cal y canto.

Tres años después de la fugaz apertura, la cancela no volverá a cerrarse. La diseñadora de interiores ha decidido trasladar su despacho de la plaza des Mercat a "pie de calle". Su estudio compartirá parte del edificio con la tienda del producto Ametlla + que ella creó, junto a Gemma Bes, Catín Cañellas y María del Mar Socías , y que con la base del producto local le sacan partido como condimento para cocinar platos ricos, saludables y en poco tiempo.

No es la primera vez que Can Pueyo petit se pondrá el mandil ya que Bàrbara cedió el edificio para albergar el Pop Up de la Gastronomía, un show cooking que contó con la cocinera Maria Solivellas, entre otros.

En enero o febrero, esta caserón que Bàrbara y su marido el arquitecto Miguel Malondra adquirieron en 1998, se convertirá en un espacio multiusos con el sello que ella otorga a todo lo que toca. Imaginativa, negociante y con mucho empuje, le ha echado un capote a la idea de venderlo que "nos impuso la actual crisis", y aún manteniéndolo a la venta, lo abrirán "para darle vida".

Can Pueyo petit era parte del llamado Palacio de Can Pueyo; de ahí la coletilla de petit. "Imagino que fue una división del hijo. Posteriormente la propiedad pasó a manos de las hermanas Caldentey de Campos. Una de ellas estuvo casada con el aparejador municipal del ayuntamiento de Palma", pero no recuerdo el nombre", cuenta Bárbara. La casa cambió de manos en los 90 cuando una pareja de austriacos la compró. El edificio no está catalogado; sí su jardín de 300 metros cuadrados. "Es el único que queda en la Rambla a pie de calle", señala su actual propietaria.

La idea de abrir un despacho de venta propio para el producto Ametlla + de Mallorca obedece al eco alcanzado, sobre todo en el mercado internacional; entre los alemanes, sobre todo, que lo consumen como rosquillas.

En estos momentos la línea de investigación de la almendra va por abrirse a los sabores o "sensaciones" que dan las especies que llegaron a la isla desde Oriente a través de los fenicios como la mixtura del dukkah. "Hemos cogido condimentos de Egipto, Grecia, Marruecos, Líbano, Siria y de la cultura sefardí para incorporarlos a la tradición gastronómica de Mallorca, y con la base de la almendra". Los platos se podrán degustar, con total seguridad, en el restaurante que también se alojará en el ´pequeño´ de Can Pueyo.