El barrio de Sant Jordi está lleno de tesoros de la Historia. Desde una muralla con 3.000 años de antiguedad hasta los refugios donde se escondían los habitantes durante la Guerra Civil. Entre todo su patrimonio histórico y cultural destaca la presencia de 1.500 molinos. Según el historiador Tomeu Carrió, "es posible que sea la zona con más molinos de toda Europa". A los vecinos les preocupa el hecho de que no se protejan lo suficiente.

La reliquia más antigua que guarda la zona es una muralla ubicada en la calle de Cas Quitxero. Sus rocas calcáreas forman parte de la cultura talaiótica y tiene hasta unos 3.000 años de antigüedad. El muro se levantó en el año 800 a. C. "En la zona había 30 o 40 cuevas, pero fueron desapareciendo a medida que se edificaban nuevos edificios", cuenta el historiador. La muralla se ha utilizado a lo largo de diversas épocas y ha resistido hasta hoy. Actualmente es propiedad del Ayuntamiento, pero Carrió asegura que "no está bien cuidada", y que "por su alto valor histórico debería limpiarse y protegerse".

En el camino de Son Binissalom se encuentra Can Sant, "uno de los molinos que más deberíamos intentar proteger", afirma el historiador. La arquitecta Assumpció Carrió asegura que "el problema es que los molinos no están catalogados de manera individual, sino en un solo grupo, y ello nos lleva a perder muchas cosas y, sobre todo, la protección de un patrimonio tan rico para la isla". Según sus palabras, "se necesitan estudios pluridisciplinares en profundidad con el fin de poder obtener un catálogo serio".

Para Assumpció Carrió, "esto solo puede llevarse desde un nivel institucional, es cosa del Ayuntamiento". Además, argumenta que "el problema es que no hay debate ni preocupación. Estamos hablando de un patrimonio industrial que debe reivindicarse".

Otro de los monumentos del es Can Mirabò, un molino de estilo neomudéjar de tonalidades rojizas que porta marcas de la estrella de David. La pieza data de 1868, según su placa. Sin embargo, ha sufrido percances. Entre los años 2006 y 2007 la torre del molino cayó a causa de un temporal. Actualmente lo están arreglando. Según el historiador, esta torre aparecía en una de las primeras postales destinadas al turismo en Mallorca. Muy cerca hay una escuela levantada durante la dictadura de Primo de Rivera. Según Assumpció Carrió, un plan de reforma mejoraría la economía. "La restauración es un camino viable para reactivar la arquitectura. Y aquí se necesita mucha".

En el estrecho camino de la calle del Caixó, se encuentra Son Reinés, un antiguo refugio de 1937 que los vecinos utilizaban para defenderse de las bombas de la República. "A pesar de que no garantizaba una protección total era mucho mejor que quedarse en casa", cuenta el historiador.

Según Assumpció Carrió, tanto los refugios como el resto de elementos históricos podrían convertirse en "una manera de promocionar el turismo sin la fórmula del sol y playa". El torrente de sa Síquia de Can Reviu es del siglo pasado. En 1850 se desecó con el plan del ingeniero holandés Paul Bouvy. Antes había sistemas para filtar el agua que hoy día están desaparecidos. Formaban parte de un sistema de riego. "Con los muros de hormigón se producen hundimientos y vienen mosquitos", afirma la arquitecta. No muy lejos, se encuentra uno de los primeros molinos construidos, pero hay muchos más. Cas Moliner, Molí sa Torre, Molí ses Argiles, son algunos de los nombres.

La cabaña de roter en Can Tofolet está llena de basura, escombros y hasta una nevera. Las rotas eran parte de las tierras "malas" que los propietarios entregaban a los trabajadores. Allí levantaban cabañas donde pernocataban durante la jornada.