La Fira Ran de Mar volvió a llenar el paseo del Portitxol por sexto año y demostró que la muestra está más que consolidada. A las 18 horas ya estaban preparadas todas las paradas para recibir a los primeros clientes. En total, se congregaron 50 comerciantes, entre artesanos, artistas y vendedores de comida desde la playa del Portitxolet hasta el Caló d´en Rigo.

Los gigantes -una novedad de este año- daban la bienvenida al paseo. Hubo cinco parejas de las figuras tradicionales, venidas desde Llucmajor, Bunyola, Sineu y las dos de Campos. Junto a ellos, sonaron las xeremies para animar el evento.

Si algo destaca la Fira Ran de Mar es porque todo lo que exhibe es puramente tradicional de la isla. En la carpa de los organizadores se podían degustar siete sabrosas variedades de pa amb oli. Los artesanos mostraban productos diferentes: desde cenachos de esparto hasta vasijas marineras.

Junto a la punta des Matxins, se reunió casi un centenar de bordadoras, que tejían y hacían repicar los bolillos con velocidad ante los ojos atónitos de los extranjeros.

En las paradas de comida, hubo mucha delicatessen, pero lo que realmente tuvo éxito fueron los buñuelos de viento: pese a las cálidas temperaturas, hicieron negocio durante toda la noche.

Los artículos de pesca y submarinismo no faltaron en la feria marinera. Un casco metálico antiguo de buzo reunió a muchos curiosos que querían fotografiarse con él.

Junto al club náutico del Molinar, se agruparon los cuadros y esculturas. El presidente de las asociación Art Viu, Toni de la Mata, explicó que el sábado fueron 44 los artistas que pintaron al aire libre, entre ellos muchos niños y jóvenes.

Una de las entidades organizadoras era Picarol-Dones de Bauxa. Su presidenta, Francisca Amengual, celebró el éxito de la convocatoria. La feria cerró las puertas a medianoche. Durante algunos ratos, la alta afluencia de público hacía imposible transitar por el paseo.