Se inauguró en 1941 y se mantuvo como un referente para la natación durante 30 años. Allí aprendieron a nadar varias generaciones a lo largo de tres décadas, con el Club Natación Palma. Desde entonces, la piscina acumula cuatro décadas de abandono total.

La piscina se llenaba con el agua limpia del mismo pozo de s´Aigo Dolça, cada dos días. En aquella época todavía no había sistemas de limpieza de cloro. El espacio para los nadadores se prolongaba con cinco calles de 33 metros de longitud con una profundidad máxima de hasta 5 metros.

El final de su historia llegó cuando el Club Natación Palma decidió trasladarse a Son Hugo, la primera piscina que ofrecía cubierta. El problema de s´Aigo Dolça era que solo podía abrir en verano porque no estaba cubierto.

Actualmente la zona está llena de hierbajos, piedras y escombros. Todas sus paredes están pintadas, hechos que descubren a los peatones que es un lugar abandonado.