Los dos bolardos rotos que había en la placita final de la calle de Santa Magdalena han sido arrancados, en vez de reparados. Hacía un par de meses que dos pilones de piedra estaban destrozados, torcidos, a punto de caer y mostrando los hierros oxidados que los soportaban, lo cual constituía un riesgo para los peatones. Los técnicos municipales han optado por quitarlos y tapar el agujero con hormigón, lo cual afea el lugar.