Palma ha perdido un total de 2.000 tiendas desde que comenzó la crisis, según los datos de evolución del comercio minorista en Ciutat elaborados por primera vez por la patronal Pimeco y facilitados a Diario de Mallorca.

La fractura registrada entre los años 2007 y 2012 supone en cifras globales que el municipio ha regresado al volumen del comercios minoristas que tenía abiertos a finales de la década de los ochenta del siglo pasado, produciéndose además otro fenómeno muy singular e inédito desde la recuperación de la democracia: en los últimos tres años, por primera vez se han cerrado más tiendas de las que se han abierto, lo que supone toda una rareza en un sector que se caracteriza por el dinamismo en las aperturas y los cierres, en las compras y traspasos, y en los cambios de ubicación, ampliaciones o transformaciones.

El ciudadano va acostumbrándose poco a poco a la transformación que está sufriendo la geografía comercial de Palma y sus calles. Pero algunos cierres todavía sobresaltan, sobre todo por la historia que esos comercios acumulan, ligada a la memoria de generaciones de ciudadanos.

El caso más reciente es el de la Casa Pomar Flores de Bellas Artes, con una historia de 153 años a sus espaldas, pero en el trayecto desde que comenzó la crisis han cerrado sus puertas también negocios como la papelería Orfila de Sant Nicolau; la tienda Kenia de aeromodelismo y maquetas de Anselm Clavé; el comercio de maletas y complementos de viaje de Jaume III Establecimientos Victoria o el establecimiento de alimentación La Favorita, que abría sus puertas en Sant Miquel y hacía las delicias de los paladares más exquisitos. Sus nombres son solo algunos ejemplos de un catálogo amplísimo de desapariciones todavía incompleto.

Paralelamente, el centro comercial, Avenidas, Sant Miquel, Born y Jaume III, se ha llenado de franquicias y de tiendas de grandes marcas; en los barrios han florecido por doquier y como una particularidad las pequeñas fruterías, y algunos comercios de larga trayectoria y prestigio han buscado en la diversificación la llave del futuro: la tienda de discos Xocolat, por ejemplo, es ahora, además, cafetería, sala de exposiciones y local de actos culturales y conciertos de pequeño formato. No es el único comercio que ha diversificado su actividad. Otros negocios lo hicieron desde su nacimiento, como las librerías Literanta -libros y cafetería- o Babel -libros y vinoteca-.

Palma contaba en el año 2007 con un total de 8.321 comercios abiertos. Según los datos de 2012 ofrecidos por la patronal Pimeco, al cierre del año pasado había perdido el 28 por ciento. No significa este dato que hayan cerrado el 28 por ciento de los comercios que había en Palma, sino que ésa ha sido la pérdida total registrada en el volumen global de aperturas y cierres, aclara el informe de la patronal.

De 2007 a 2008 la ciudad pasó de 8.321 locales comerciales a 7.878. Es decir, perdió 443, un seis por ciento de los que tenía. De 2008 a 2009, el volumen de comercios minoristas cayó hasta los 7.385 locales, 493 menos que el año anterior, con lo que la pérdida aumentó un punto más, hasta el siete por ciento. En 2010, el volumen de comercios se situó en los 6.889, lo que supone 496 menos que el año anterior, otra pérdida del siete por ciento. En 2011 el volumen de comercios minoristas del municipio volvió a caer hasta los 6.425 locales, 464 tiendas menos, de nuevo un siete por ciento menos. Y, finalmente, en 2012, el volumen de tiendas palmesanas se situó en los 6.000 locales, perdiendo 425, de nuevo un siete por ciento. Es decir, el ritmo de destrucción del volumen comercial se ha situado desde que comenzó la crisis en torno a lo 450 negocios anuales, casi de forma invariable.

"Esa es la realidad. Y es una realidad muy dura", reflexiona Bernat Coll, presidente de la patronal Pimeco, que no cree que la situación cambie sustancialmente en un futuro próximo. "La sangría seguirá", vaticina.

"Las causas de esa fractura hay que buscarlas principalmente en los efectos de la crisis económica sobre el consumo de las familias y en la política comercial del Govern -señala-, que ha roto completamente el equilibrio entre el pequeño comercio y las grandes superficies. Y que permitirá, con los grandes centros abiertos y los que van a abrir en el futuro, que la ciudad dedique un total de 171.724 metros cuadrados a grandes superficies comerciales", concreta. Esa superficie es la equivalente a 23 campos de fútbol del tamaño de Son Moix.

Por sectores, indica Coll, "los más castigados son el de las ferreterías y el del menaje y hogar", por la gran ventaja en precios que las grandes superficies especializadas ofrecen a los clientes.

Pero el presidente de la patronal Pimeco no quiere transmitir sólo un mensaje a la contra. También hay un camino de futuro por explorar para el comercio tradicional, para los seis mil comercios minoristas que en Palma, con mayor o menor fortuna, consiguen capear el temporal.

"Los cambios ya se están produciendo", indica. "Pero tenemos que aprovechar mucho más las nuevas tecnologías para dar a conocer el negocio, difundir el valor de los productos que ofertamos y aprovechar todas las oportunidades que da el comercio electrónico para no vender solo en la tienda", detalla. "Creo que en este panorama de gran competencia los productos propios, lo autónomo, lo que proporciona una ventaja comparativa al comercio minorista, puede ser un factor diferenciador que nos ayude a superar estos momentos difíciles", aventura.

Coll también comenta otros factores ajenos a la actividad comercial reglada que tienen una incidencia muy negativa en en su cuenta de resultados. El primero, la venta ambulante ilegal, porque su proliferación afecta directamente a las ventas de los comercios y genera un problema de seguridad en las calles. Y el segundo, la interrupción del servicio de recogida neumática, porque crea un problema de imagen a los locales ubicados en el casco antiguo y sus inmediaciones.

"Sobre el comercio ilegal y la venta ambulante casi no nos quejábamos en tiempos de bonanza económica, pero ahora sí, porque la situación económica es muy difícil. Es verdad que en el centro de la ciudad se está trabajando para erradicarla, pero sería necesaria una normativa común en todos las localidades de Mallorca para acabar definitivamente con esa actividad", considera Bernat Coll.

En cuanto al problema de imagen que genera a los comercios los buzones clausurados de la recogida neumática y los que Cort ha puesto al lado para que cumplan su función, el presidente de la patronal Pimeco declara: "Los turistas que nos visitan quieren encontrar seguridad y limpieza en Palma. Y es cierto que no hay dinero en las instituciones para grandes inversiones, pero a veces, y aun así, hay que tomar decisiones, sobre todo si nuestra actividad económica se sustenta en los beneficios que reporte el turismo".