Hoy hace dos siglos que se dio el primer paso para acabar con la discriminación de los xuetes mallorquines. Cierto que aún tuvieron que pasar 150 años para que desaparecieran los prejuicios, pero no se ganó Zamora en una hora. La noche del 17 al 18 de abril de 1813 fueron retirados los sambenitos que colgaban del claustro del convento de Santo Domingo de Palma. Los 15 apellidos escritos en ellos se consolidaron como los que llevaban los descendientes de judíos mallorquines. Una estupidez, muchos portadores de estos patronímicos no tenían nada que ver con la tribu de Judá y en cambio sí estaban relacionados otros comunes en la isla.

Un día antes, el 16, había llegado al jefe político de la isla -estábamos en plena guerra contra Francia- la orden que establecía que la existencia de la Inquisición era incompatible con la nueva Constitución aprobada en Cádiz en 1812. Antoni Desbrull llamó al prior de los dominicos y le ordenó la retirada de los sambenitos. Lo hizo de forma discreta.

André Grasset de Saint Sauver, un viajero francés que en 1806 llegó a la isla, describió la patética imagen que presentaba el claustro: "Un fraile se me acercó y me hizo observar entre aquellos cuadros muchos que estaban señalados con dibujos de huesos en cruz. «Estos son -me dijo- los retratos de los ajusticiados cuyas cenizas fueron exhumadas y lanzadas al viento». Mi sangre se heló, salí bruscamente, lacerado el corazón y conturbado el espíritu por esta escena".

Es cierto que con el regreso de Fernando VII los sambenitos volvieron a su sitio, aunque en 1820, al inicio del trienio liberal, fueron quemados. Es cierto que los xuetes aún tuvieron que disputar, y perder, muchas batallas. En la Iglesia, como la Josep Tarongí Cortés. O en la sociedad, como la expulsión de varios xuetes de un baile del Círculo Mallorquín, que derivó en el llamado pleito de Cartagena. Es cierto que al principio de la II Guerra Mundial algunos falangistas prepararon listas para complacer a Hitler. Sin embargo, aquel 17 de abril de 1813 se dio el primer paso para que el drama de los mallorquines fuera historia.