Caída en picado. Los números cantan. 19 carrozas y 45 comparsas en la Rua celebrada ayer frente a 22 carrozas y 53 comparsas del 2012, que ya fue un año tibio porque en 2011 se apuntaron 34 carrozas y 55 comparsas. ¿Quién disfraza estas cifras? La calle. "Veo más diversidad de carrozas que el año pasado", señaló Teresa Gomis, que es asidua al Carnaval de Palma "por acompañar a mi hija Gemma". Una pequeña cinta de color violeta le ceñía el cabello. Era el apunte de fiesta de la pequeña en una Rua que sacó a la calle a unas diez mil personas, una cifra también inferior a sa Rueta y desde luego de bajón en comparación con las más de 45.000 personas del 2012. Los números cantan.

El origen del Carnaval es la subversión, la mofa, la burla. Convertir en títeres a los que gobiernan, a los poderosos. Es un gancho en la mandíbula del poder. A escasos días de que Palma diera plante al ´duque empalmado´ al quitar el nombre de Duques de Palma a La Rambla, uno podía imaginar que habría guasa al respecto. Pues escasa. Apenas algún rótulo al escándalo Noos y un hombre vestido de frac con billetes de 500 pegados al traje. La cara con cierta semejanza a la de Rajoy. En su dorso, "político". Otro se puso tetas postizas y unas mallas rosas de bailarina y se pegó una foto de la cara de Urdangarin con alusiones a Matas.

Tres mujeres danzaban con vestido y miriñaque hecho con papel de diario. En sus letreros, sentencias como éstas: Amb tanta retallada me he quedat sense cintura, o ésta otra, "lo que el corrupto dejó".

El medio ambiente salió a rodar en carroza con el Ballet de Gavines de Son Reus. Si el año pasado, el hito fue el segundo cinturón, éste tocó de lleno a las basuras que nos ha colocado el gobierno de José Ramón Bauzá. Sobrevolaban pájaros pestilentes con proclamas de tufo: Finançament fecal 100 %, Spa Son Reus o Tratament Fecal. No muy lejos, se buscaba a Wally, que no era otro que Mariano Rajoy.

Globalizados

Hubo quien prefirió emplearse en el optimismo y la autoayuda con pancartas que decían: "No hace falta ser gigante para hacer cosas grandes", mientras en la carroza sonaba música disco. La misma que utilizaría otra comparsa de chinas y chinos que se movían a ritmo made in USA porque a ver quién disfraza la globalización.

Las batucadas están de moda. Sirven para una manifestación, para los Reyes o para Carnaval. ¿Qué sería de los actos masivos sin ellas? Ayer se escucharon al menos cinco, para vestir a grupos de piratas o de siurell, que ya es el colmo de la globalización.

Quienes sí se volvieron a batir el cobre son los grupos de Bolivia, que en anteriores ediciones de Sa Rua se han llevado premio porque presentan unas excelentes coreografías. Son vistosos sus atuendos. A su paso por La Rambla fueron muy aplaudidos no solo por los bolivianos que había entre el público sino por los mallorquines.

No faltó la nota conmovedora propiciada por un viejito disfrazado de aviador que portó su aeroplano del tiempo de las guerras mundiales. Se escuchó entre los espectadores: "Seguro que a éste le premian". Pues no, ganaron los ´chinos´ de Shambhala, bailando a ritmo disco. El segundo premio fue para una comparsa sobre natación sincronizada, muy bien hecha, y el tercero, para los espantapájaros que parecían de una película del Far West. La tarde se despidió con salsa, batucada y Disney.