Este año se cumplen doscientos años de la muerte de uno de los representantes más destacados de la Ilustración en la isla: el cardenal Antoni Despuig y Dameto. Quieren los antiguos genealogistas de la casa Despuig remontarse al lejano Languedoc del siglo XII para encontrar el origen de este noble linaje. Éstos también los sitúan años más tarde en la conquista de Tortosa, y posteriormente, en el libro del Repartiment de Mallorca, promulgado por Jaime I. Según autores como J.M. Bover o J. Ramis de Ayreflor, los Despuig obtuvieron tierras en las comarcas septentrionales de la Isla. En Pollença y Artà. En el siglo XIV se trasladaron a la capital del Reino.

Por otro lado, la documentación nos indica que ya en el siglo XV, esta familia aparece emparentada con las principales de la isla: Santacília, Santmartí, Fuster, Pax... De todas formas, dos fueron los matrimonios, en dos generaciones consecutivas, que reforzaron e impulsaron enormemente a los Despuig. El primero de ellos les entroncó con una de las familias de más abolengo de la nobleza catalana: los Rocaberti. Ello sucedió en 1630 al casarse Ramon Despuig y Santmartí con Ana de Rocaberti y Pax. A su vez, su hijo Ramon se casó con Melchora Martínez de Marcilla y Ram de Montoro, hija de los condes de Montoro, a la sazón virreyes de Mallorca. Con este matrimonio, los Despuig accedían al importante patrimonio que esta ilustre familia poseía en el reino de Aragón. Por sus servicios a la Corona, Ramon Despuig y Rocaberti fue recompensado con el título de conde de Montenegro, al que se añadió, a su Casa, el de su esposa, condesa de Montoro. Este matrimonio tuvo varios hijos, de los cuales destacamos a Juan, heredero de la Casa Despuig „y abuelo paterno del futuro cardenal Antoni Despuig„, y Ramon, que llegó a ser gran maestre de la orden de Malta, tal como reza una espléndida lápida que blasona la fachada de Can Montenegro. Durante la Guerra de Sucesión, los Despuig fueron destacados miembros del bando botifler, es decir, partidarios del rey Felipe V.

Pues bien, el cardenal Despuig nació el 30 de marzo de 1745, en la casa solariega de los condes de Montenegro, en la calle del mismo nombre. Todavía hoy, a pesar de haber perdido su esplendor hace ya mucho tiempo, Can Montenegro es la casa con más buena planta de toda la calle. Antoni fue hijo de los condes de Montenegro y de Montoro, Juan Despuig Cotoner y Maria Dameto Sureda de Sant Martí. Fue bautizado en la capilla de la Inmaculada de la Seu, una de las más bellas de la Catedral, de la cual los Despuig eran los patronos.

Desde su niñez se instruyó con los jesuitas. Primero en el colegio de Sant Martí y luego en el de Monti-sion. Más tarde ingresó en la Universidad Literaria de Mallorca, doctorándose en ambos derechos. Parece ser que desde su juventud, Despuig mostró una clara vocación militar, pero su padre prefirió orientar su futuro hacia el mundo clerical. En 1760 recibió la tonsura en la capilla del predio familiar de Raixa, de manos de su tío Llorenç Despuig y Cotoner, a la sazón obispo de Mallorca. Según Jaime Salvà, en 1774, el joven Antoni fue elegido canónigo de la Santa Iglesia de Mallorca, en la vacante de Joan Ferrer de Santjordi. La familia Despuig dio muchos hijos a la antigua orden militar de San Juan del Hospital, más conocida como orden de Malta, llegando uno de ellos incluso a ser nombrado Gran Maestre, como ya se ha dicho. Por tanto, no es de extrañar que Antoni Despuig pidiese el ingreso en dicha orden. Su solicitud fue atendida en 1777, por el propio gran maestre, frey Rohan que le vino a decir que había ingresado en la Orden por aquello de ´por ser vos quien sois´: "Condesciendo a la gracia que V. S. me pide (el ingreso en la Orden) en su carta de veinte y seis de septiembre, no obstante haberme negado a concesiones de igual naturaleza". Años más tarde, ya como cardenal, conseguiría la categoría de Gran Cruz de la ínclita orden militar.

En 1778 se fundó la Sociedad Económica Mallorquina de Amigos del País, en la que Despuig sería uno de sus miembros más destacados. Promovió especialmente la escuela de dibujo de la que se convirtió en su principal mecenas.

Ahora bien, a pesar de que su prestigio iría aumentando día a día en la ciudad y reino de Mallorca, pronto se vería que sus anhelos y ambiciones sobrepasaban la frontera de la isla. Tras la muerte de su madre en 1780, Despuig empezó a hacer gestiones para trasladarse a Madrid. Según Salvà, en 1781 realizó dos viajes a la capital, pasando antes por los dominios familiares de Aragón. Por lo que se ve, no le costó mucho adaptarse a la vida de la Villa. Prueba de ello es el nombramiento que obtuvo como miembro de la Real Academia de San Fernando, o su pronta amistad y confianza con el conde de Floridablanca, ministro de gran influencia en el Estado. Seguía con gran interés la vida política de la Corte tal como se puede comprobar en una de sus cartas, en donde se refería a la cuestión de Gibraltar: "Por aquí no hay particular novedad, sólo que se van todas las tropas al Campo, y se dice que Barceló viene; otros dicen que no, pero todos concuerdan que si va el Duque de Crillón irá Barceló. Dios lo quiera".

En 1783 viajó por primera vez a Italia, con el fin de conocer Roma, ir a Nápoles "por asuntos de familia", continuar hacia Sicilia para desde allí llegar a Malta. Fue durante ese viaje, en su paso por Calabria, que sufrió en sus propias carnes un fuerte terremoto y sus desastrosas consecuencias. Él mismo dejó por escrito aquella terrible experiencia: "Hallábame en Tropea, ciudad de las principales de esta provincia, el día 5 del corriente cuando sucedió a los tres cuartos después del mediodía uno de los mayores y más violentos terremotos que quizás se habrán sentido en muchos siglos (€) Parecíanos a todos que se iba a abrir la tierra, y entre los temores de la muerte y las diligencias que cada uno procuraba hacer por su salvación, pasó aquel triste medio cuarto de hora que desoló toda esa hermosa provincia. Pasado este primer insulto abandonaron la ciudad y poblaciones los habitantes (€) toda aquella noche estuvo temblando la tierra (€) Todas estas montañas están abiertas y con dificultad se puede pasar sin riesgo. Yo me vuelvo a Nápoles, desde donde tomaré el camino más breve para retirarme a mi casa..." En los días posteriores siguieron los temblores por todo el país. Afirmó el cronista Josep Barberí, que trató personalmente a Antoni Despuig, que éste, tras la experiencia del terremoto de Calabria, "contrajo un achaque que le duró toda la vida".

Con más fama que con la que se fue arribó Despuig a Mallorca. Empezaba un período de tranquilidad y reconocimiento por los suyos. Fue nombrado rector de la Universidad Literaria de Mallorca y se involucró de lleno en las tareas de la Sociedad Económica de amigos del País. Fue en ese momento que impulsó la realización de un plano de Mallorca que pasaría a la historia de la cartografía.

(continuará)