No fue el Fin del Mundo. Fue el regreso del Viejo Mundo. La Polka, aquel local con aire de trópico -en los años 70, al menos en Palma, gustó mucho la estética cabañita de madera-, le lanzó un tanto al malfario y lo puso en jaque al abrir anoche, doce años, o quizá más, cerrado. Pepe Marroig vuelve a las andadas , en su hoja de servicios, locales como el Bass, el Off Hollywood y sobre todo, Babel´s en el Jonquet.

"Me han dicho de todo, que si estoy loco, pero sobre todo la palabra que más estoy escuchando es nostalgia", cuenta. "Solo mi psicóloga me apoyó con una idea que me ronda desde hace dos años", añade Marroig. No se va a poner tras la barra porque su oficio es otro. En el local estarán Miguel Senecal e Idoia Fernández. Carmina Salas también es socia.

Una generación bailó, se enamoró, se casó, se divorció, se emborrachó, se creyó Peter Pan y se tumbó como Pedro Navaja, ladrón de esquinas. El mejor sonido enlatado llegaba de Londres y se pinchaba en La Polka, a escasos metros de donde Jimmy Hendrix trinó a lomos de la guitarra. La Polka, que abriera Guillermo Vidal, en 1974, el patrón en la sombra que no tardaría en delegar en Miguel Salcedo, aquel hombretón asturiano que podría largar mucho de la noche y sus sombras, y que jamás perdía la sonrisa de mostacho. Anoche se le esperaba.

La idea es "darle a las personas de mi generación un lugar que ya no queda, y abrirlo a las personas más jóvenes porque, ¡para qué nos vamos a engañar!, son ellos los que salen", subraya Pepe. En su nueva andadura, el bar no solo servirá copas sino que ofrecerá pinchos. Sonarán clásicos como David Bowie, Rolling Stones, Supertramp y tantos, tantos.

Entre Son Armadans y la plaza Gomila, a los pies de El Terreno, La Polka fue inicialmente lugar de encuentro de los náuticos de Palma, incluido un casi adolescente Felipe de Borbón, hasta que iría dando paso a una grey variopinta que se hizo mayor en el diminuto local de Joan Miró.

En su regreso, apenas se ha tocado nada, se mantienen la barra, los taburetes y el baño se ha empapelado con revistas de los años 50. "A ver si conseguimos entre unos y otros revitalizar la zona. El otro día abrió de nuevo la librería peluquería Sagitari", apunta Pepe Marroig.

No es la nostalgia aunque sí la "ilusión" lo que le ilumina. Ha recibido apoyos en cascada a través de las redes sociales. "Para mí la mejor época de Palma, si hablamos de sus bares, fue la de 1974 a 1980. No tengo ninguna duda", opina.

Desde ayer le lanzó el guante a los pésimos pronósticos, a los augurios apocalípticos, a que nunca fueron buenas las segundas partes, porque de "ilusión" se vive. Anoche la festejaron y hoy toca volver a abrir. La Polka revivió como Lázaro, porque nunca la matamos quienes la bailamos.