"El amor es para el niño como el sol para las flores, no le basta pan, necesita caricias para ser bueno y fuerte". Esta sentencia de la escritora Concepción Arenal es la carta de presentación de la escuela infantil de Son Sardina. Sin embargo, "los niños también necesitan socializar, aprender a relacionarse con otros niños de su edad, jugar con ellos, tener compañeros, valorar el sentido de la amistad y compartir cosas y experiencias", como enumera la directora de la citada escoleta, Teresa Leiva.

Quienes están bajo el cuidado de padres, abuelos o canguros se pierden este aprendizaje, pero no todas las familias quieren o pueden permitirse pagar una guardería cada mes. Además, los adultos que tienen niños a su cargo también necesitan cierto respiro de vez en cuando "para hacer tareas tan básicas como ir al médico, de compras o incluso simplemente tomar un café con los amigos". La responsable del centro de Son Sardina se dio cuenta de que "había una gran carencia" en este sentido, por lo que maduró la idea y encontró como solución la creación de una escoleta a la carta mediante bonos temporales.

Desde principios de curso, ofrece seis variedades, en las que se combinan los usos de cinco o diez días con la media jornada (cuatro horas) 0 completa (ocho horas) y la posibilidad de servicio de comedor. Los precios oscilan entre los 60 y 185 euros, además del pago de un seguro escolar en el caso de que los niños (de uno a tres años) acudan a la escoleta de forma periódica.

Durante estos días puntuales, los pequeños realizan las mismas actividades que quienes asisten todos los días de la semana. Como no es una ludoteca, sino que la escuela infantil "tiene una finalidad educativa", cuentan con un exhaustivo programa en el que los lunes realizan talleres de experimentación sensorial; los martes tienen música clásica; los miércoles, cuentacuentos; los jueves, pintura; y los viernes se dedican a la psicomotricidad en los 1.000 metros cuadrados de jardín de la calle Passatemps, número 113.

Suena a proyecto educativo para superdotados, pero es más sencillo, porque está adaptado a sus edades, como por ejemplo manosear gelatina, chocolate o espaguetis; pintar cuadros del expresionista Jackson Pollock usando naranjas y granadas de los árboles del jardín; escuchar música de Haydn e imitar con el cuerpo sus cambios de agudos a graves y otras muchas actividades que los niños que acuden de vez en cuando a la escoleta de Son Sardina también disfrutan.