La foto fue tomada por Miquel Massutí durante la mañana del 5 de noviembre de 2005, aunque los liquidadores del patrimonio habían comenzado su destructiva actuación a las 6,30. Las excavadoras están derruyendo el Pont des Tren del arquitecto Gaspar Bennàssar. No salen en la imagen, igual que los delincuentes avezados, procuraron no aparecer por el lugar de los hechos, pero los autores intelectuales fueron la exconsellera de Obras Públicas Mabel Cabrer y su director general Carlos Jover. Andaban empeñados en lograr que el ruinoso metro estuviera listo para las elecciones autonómicas. Dragados fue la mano ejecutora. El Ayuntamiento de Palma, con Catalina Cirer y Rodrigo de Santos, fue el brazo tonto de la administración.

El ferrocarril unió Palma con Inca en 1875. El aumento del tráfico aconsejó cuatro décadas después la construcción de un puente que salvara el paso a nivel de las vías con la calle Gabriel Maura. Gaspar Bennàssar (1869-1933) acometió la propuesta con una combinación de elementos y materiales tradicionales con otros modernos. Piedra y hierro, pero también hormigón armado, algo novedoso en 1914. El puente tenía valores arquitectónicos, históricos y artísticos por los que ingresó en el catálogo de construcciones a proteger del Plan General de Palma. Durante décadas estuvo, además, ligado a la memoria sentimental de los mallorquines. Pasar por debajo suponía decir adiós a la ciudad e ingresar en el campo o viceversa.

La destrucción supuso una felonía porque se había prometido por activa y por pasiva que sería desmontado para volver a montarlo cuando finalizaran los trabajos de soterramiento de las vías. Fue una ignominia porque todos los responsables de la alevosa acción intentaban culpar a otros -De Santos llegó a señalar a la oposición por no hacer bien su trabajo-. Fue una bajeza porque se ocultó información pública. Pero, sobre todo, fue la demostración de cómo tratan algunos políticos el patrimonio mallorquín: con desprecio y como un obstáculo para sus delirios de grandeza. Uno ve los escombros y le entran ganas de llorar.