Cada víspera de San Sebastiá Palma se echa a la calle. Muchos se instalan en una vía estrecha, la de Santo Cristo, donde una pequeña bodega ha sido durante cuarenta años el noray de algunas travesías. Los habituales al ´visca Sant Sebastià´ regado con el cremadillo de ron de sa Bodegueta podrán volver a loar al santo en la fiesta grande de la ciudad. La calle, siempre tranquila, es una de las más jaraneras del centro de Palma la noche del 19 de enero.

Lo saben bien Pep Joan Sans y Aina Pérez, propietarios de esta bodega desde 1972. Ahora el matrimonio le pasa el testigo a Caterina Sampol, Mateu Femenía y Samuel Holden, que abrirán el día 15. "Queremos mantener la misma idea de menús pero vamos a ampliar horarios", señala Caterina. La comida de casa, la de abuelas y madres, será el puntal en el que se sostenga un local que abrió puertas en el siglo XIX y al que mucho después algunos conocerían como ca de Joan des Barranch. En su bodega se destiló el licor estomacal La verdad. Después se llamó Bodega de Santo Cristo hasta que en 2002 mudaron rótulo y nombre: sa Bodegueta. Jugar al truc era uno de sus alicientes.

Cuenta Pep que la costumbre de tomar cremadillos en sa Bodegueta en la noche de Sant Sebastià es porque "un año, cinco matrimonios salimos a dar una vuelta, y para no perdernos, yo alzaba un alambre. Al volver sacamos el coñac que teníamos en la bodega y nos lo bebimos todo. Pasaron los xeremiers de sa Calatrava y se montó la fiesta. Al año siguiente, sa Bodegueta se llenó porque todos querían beber su cremadillo".

Pep Joan Sans alcanza la jubilación a sus 67 años. "Entré con 27 tras mi hermano Pau y su socio Tolo, que tan solo estuvieron un par de meses", dice. Él, en cambio, ha dejado tras la barra cuatro décadas con mucha historia.

"Aquí se puede decir que se formó el PSM. Venían siempre Sebastiá Serra y Joan Perelló, muy amigos nuestros. Serra fue un cliente habitual de sa Bodegueta", cuenta la pareja. Recuerdan también a Toni Ramis, el político socialista de Llucmajor que murió en un accidente de tráfico en Madrid.

Otro habitual a su mesa ha sido Pep Vílchez al igual que Pere Carlos Arnaiz y Sagrari Morantes. "Ella habló en la fiesta de despedida y casi me hace llorar", confiesa Aina. El 25 de octubre, mas de un centenar de personas acudieron a tomarse la última copa. No hay tristeza en el cambio de tercio, incluso ella lo vive con liberación: "Me he pasado todas las revetlas cocinando, sin poder disfrutar de la fiesta. ¡Este año estaré en primera fila!", se promete.

Aina cocina de lo aprendido de su madre y su suegra "por teléfono", a excepción de la paella que "me la enseñó él", su marido Pep. "La cocina si te gusta es muy agradecida", concede Aina. La escucha Caterina y añade "el ingrediente más importante es el cariño".