No hay un euro para inversiones ni para lucimientos. Tan solo lo justo para administrar la ciudad, ir poco a poco pagando las deudas contraídas en anteriores legislaturas y gestionar la actual pobreza de recursos con el rigor que los tiempos exigen. Al alcalde Mateo Isern le ha tocado el peor momento para gobernar Palma. Sin embargo, los exiguos presupuestos para el año que viene, que él mismo quiso presentar y explicar sin rodeos el lunes y sin la intermediación del omnipresente teniente de alcalde de Hacienda, señalan claras preferencias incluso en tiempos de contención general en los gastos.

Y entre esas prioridades destaca Seguridad Ciudadana, el único departamento de Cort cuya partida no sólo no disminuye sino que se incrementa, aunque sea ligeramente. El alcalde ha explicado muchas veces que la seguridad resulta primordial en una ciudad turística, pero creíamos haber entendido también que el nuevo modelo de Policía Local, el de las siete nuevas unidades, la sección canina, la acción inmediata, las patrullas a caballo, los nuevos uniformes y la guerra sin cuartel a los trileros de la Platja de Palma no iba a costar más dinero. Y ya lo está haciendo. Contrasta ese dispendio con un nuevo recorte en el área de Bienestar Social, por segundo año consecutivo y en el momento en que más necesitan esos servicios los ciudadanos que peor lo están pasando por la crisis. Se dirá que se sustituye presupuesto por una gestión más eficiente de los recursos. Pero eso que queda tan voluntarioso no le valdrá de nada a la persona que depende de una ayuda urgente.