Una china de hachís guardada en una pequeña caja metálica fue escondida en los bajos de uno de los coches del depósito municipal de Son Toells. En otro de los vehículos, un cogollo de marihuana permanecía oculto a los ojos de cualquier policía. Sin embargo, después de olisquear por fuera y por dentro, tanto Auba como Buddy encontraron los ´premios´ en un solo minuto. Lo que realmente querían los dos pastores alemanes era jugar con la pelota atada a una cuerda que el adiestrador lanzó junto a cada hallazgo. Para estos perros de la unidad canina de la Policía Local, su auténtica recompensa es la pelota, pero con un juego tan simple como ése los agentes se están ahorrando numerosas horas de búsquedas con finales infructuosos.

Desde junio patrullan con los perros entrenados para detectar droga o controlar personas que pueden ser violentas. "Entre el 80 y 90 por ciento de las veces que hemos salido se ha encontrado algo", afirma el coordinador de la unidad canina e instructor de Auba, Buddy, Perdut, Arax, Max, Basco y Haarex. Puede ser una minúscula china en el bolsillo de un joven sentado en un parque o caída accidentalmente dentro del radiador de un bar, como ocurrió recientemente. "Antes, para llevar a cabo el registro de un local sospechoso, necesitábamos un dispositivo muchísimo más complejo y a veces sin éxito, por lo que ha sido un gran avance", destaca el portavoz de la Policía Local.

El alcalde de Palma, Mateo Isern, visitó ayer las instalaciones de la nueva unidad, conoció a los peculiares trabajadores a cuatro patas y acarició a Perdut, cuya función de relaciones públicas está más que consolidada, tras las alabanzas que recibe debido a su transformación. "Ha cambiado a mejor desde que lo trajimos de Son Reus, tanto en el pelo como que se ve más fornido. Recibe una buena alimentación", destaca el coordinador.

Auba fue donada por Pedro Puyol, del criadero Togaricha, y los demás proceden de Cataluña y otras donaciones. Viven en Son Toells desde marzo y empiezan la jornada laboral a las 7 horas, cuando llegan los agentes -cada policía se encarga de uno o dos perros-. "Lo primero que hacen es correr por el recinto y hacer sus necesidades mientras las jaulas son limpiadas. Tras ser cepillados, comienza el trabajo, que puede ser salir a la calle para ayudar a otras unidades, si así lo requiere previamente el departamento de Seguridad Ciudadana, o seguir con la formación". El impulsor de la unidad canina añade que "el aprendizaje es continuo. Tienen que conocer y superar cada vez más dificultades, aumentando el umbral de resistencia, ya que el entrenamiento de los perros es como el del gimnasio", un poco más y mejor cada día.

Los ejercicios de obediencia, búsqueda, detección, defensa o ataque no se realizan solo en las instalaciones de Son Toells, sino también en la calle "para que sea lo más parecido posible a una situación real", como detalla el experto. Para los protagonistas de la unidad canina, no se trata de un trabajo, sino de un juego con una pelota como premio.