Soy un habitual de los locales de ensayo vecinos al hipódromo desde hace muchos años, los mismos que llevo yendo a ruedas de prensa ofrecidas por concejales de Cultura i Joventut, y puedo afirmar que quienes habitan en Son Pardo hacen muchísimo más por la música que los señores del ayuntamiento. Cort siempre ha tratado con desprecio al rock, supongo que por ser un medio de expresión que se le escapa al control y le escupe las verdades a la cara. Sirva de ejemplo la asfixia del Concurs Pop Rock, una muestra que llenaba de ilusión a sus participantes y que fue liquidada por el capricho de un político. Hace treinta años, y no es una exageración, que los gobernantes prometen unos locales de ensayo municipales. Nadie ya les cree. En la pasada legislatura se presentó un proyecto, que iba a materializarse en la UIB, pero con el cambio de gobierno, se esfumó y nunca más se supo.

Si algo se ha demostrado durante todos estos años es que los músicos pueden sobrevivir al margen de políticos, promesas y mentiras. Dales cuatro paredes, por cochambrosas que sean, y te montarán un festival con entrada gratuita. ¿Qué piensa hacer el ayuntamiento con 200 grupos en la calle? Que sepan los concejales de turno que detrás de 200 grupos puede haber más de 600 personas, y que éstas pueden hacer mucho ruido. Antes de crear otro problema, deberían haber buscado solución al primero. Cort alega "falta de seguridad" a la hora de paralizar y clausurar el alquiler de locales. Lo que es seguro es que el músico de la guitarra seguirá ensayando y componiendo en el desamparo y seguirá siendo visto como un bicho raro por esos extraños seres que dicen representarnos.