­El subsuelo de la basílica de Sant Francesc alberga restos óseos de más de 2.000 personas y diversas criptas, procedentes del Medievo. Una de ellas se encuentra bajo la capilla de San Pancracio, situada la segunda a la izquierda desde la entrada principal.

Bajo los pies del santo más venerado en este templo ha salido a la luz el recinto subterráneo donde se enterraban los muertos. Fue descubierto por casualidad en septiembre de 2011 y después de un año en obras para reforzar la estructura ha recuperado su forma original.

No está abierto al público para respetar la intimidad del espacio mortuorio pero una urna acristalada iluminada permite contemplar el interior desde la capilla. Los enterramientos se encuentran a cuatro metros bajo tierra y la rehabilitación ha permitido mantener la lápida de piedra original del siglo XIV que los cubre.

Obras de emergencia

La comunidad de franciscanos del convento ha financiado y promovido estos trabajos de emergencia consistentes en la consolidación de los tres muros y los restos de bóveda que cubren la cripta. El proyecto ha sido redactado por el aparejador del obispado, Bartomeu Bennassar, y el arquitecto Sebastià Gamundi con la supervisión del departamento de Cultura y Patrimonio del Consell de Mallorca. La basílica es un monumento protegido incluido en el catálogo de protección de edificios y elementos de interés histórico, artístico, arquitectónico y paisajístico de Palma.

Este templo se encuentra ubicado en el conjunto histórico de Palma por lo que necesita una mayor protección.

Los técnicos del obispado de Mallorca al que pertenece el templo franciscano comprobaron que existía riesgo de hundimiento de la bóveda por la filtración de agua de las canalizaciones situadas en las cornisas del edificio. Por este motivo optaron por clausurar el popular oratorio de San Pancracio al que los devotos llevan ramas de perejil y retiraron los huesos del subsuelo para la limpieza de la cripta mientras realizaban las obras. Durante la Edad Media eran habituales los enterramientos en la iglesias tanto de familias nobles como de ciudadanos víctimas de las múltiples epidemias que azotaron a la isla.

El azar quiso que los operarios que ejecutaban unas obras de canalización de la luz en agosto del año pasado en la calle Troncoso, cerca de la pared lateral izquierda de la basílica que daba a la capilla de San Pancracio, se tropezasen con este recinto mortuorio subterráneo mientras picaban el suelo.

Una de las primeras medidas adoptadas fue la prohibición de aparcar motos y vehículos encima de la acera que da a la antigua entrada principal al templo situada en la calle Troncoso y que está tapiada.

El Ayuntamiento retiró las farolas y puso una reja metálica para impedir el estacionamiento. En el pavimento es posible observar los nombres de tres lápidas sepulcrales con respiraderos que indican que bajo nuestros pies hay tumbas.

El franciscano Pere Vallespir recuerda que incluso debajo del acceso principal al templo hay restos óseos. Vallespir explica que los trabajos han resultado delicados ya que han tenido que combinar la necesaria seguridad dentro del templo con el respeto a la arquitectura original.

La capilla de San Pancracio no ha sufrido modificaciones con la intervención. El marés dañado de la bóveda ponía en peligro este oratorio con altar, que es uno de los más recientes ya que data de principios del siglo XX. El resto de capillas del templo son más antiguas.

El proyecto de ejecución presentado al Consell de Mallorca en diciembre de 2011 establecía que no era necesario el desmontaje y traslado de este conjunto de la capilla. El plan arquitectónico fija que se trata de unas obras de urgencia en las que en lugar de usar sistemas constructivos tradicionales se opta por el hormigón armado para asegurar que la bóveda dañada quede reforzada. Ahora solo falta cambiar el suelo de mármol de la capilla que ha quedado dañado. Los numerosos visitantes que se acercan a contemplar el sepulcro de Ramon Llull restaurado hace dos años tienen ahora la posibilidad de observar la cripta recuperada.