Los trabajadores que patrullan por Ciutat recuerdan la situación que vivieron sus compañeras. Todos prefieren mantener el anonimato. Reconocen que al principio iban en parejas por miedo ya que la consideraban una zona peligrosa. A las mujeres nunca les hacían caso y las obligaban a bajar de la acera cuando se encontraban con grupos de hombres apostados en una esquina. Los mayores conflictos surgían cuando los multaban por pasar la hora establecida en el vale de la ORA. "No reconocían la potestad para sancionarles", añade uno de los testimonios.

De todos modos los controladores aseguran estar "quemados" aunque a ellos les hacen caso. Algunas de sus compañeras dicen sentirse más relajadas ahora que se encuentran en otros sectores porque les resultaba más complicado moverse por las calles de la mezquita. "Si se dejan los zapatos en la acera cuando se meten a rezar y les avisas que está prohibido abandonarlos en la calle te entienden. Eso no pasaba con las chicas", recuerda otro de los controladores.

Protocolo de seguridad

La empresa tiene un protocolo de seguridad. Si se produce cualquier problema se llama al superior y en los casos graves avisan a la policía local. Antes de que se diese esa circunstancia se optó por alejar a las trabajadoras de estas calles. Sus compañeros lamentan que después de años reivindicando la igualdad laboral sigan produciéndose situaciones discriminatorias aunque la decisión obedezca a una cuestión de seguridad.

La zona de la ORA de Pere Garau se implantó durante la pasada legislatura tras la petición de las asociaciones vecinales de este barrio por la carencia de plazas de aparcamiento.

Desde que se produjeron los altercados en la mezquita de Pere Garau cuando unos policías locales entraron en el templo las medidas de seguridad se reforzaron. Sin embargo los controladores aseguran que después fueron disminuyendo por lo que la patrulla en pareja resultó al principio la opción más efectiva para evitar agresiones.