Un duelo a tumba abierta. El tablero denota una frágil posición para el jugador de las fichas blancas. Ganan las negras, aparentemente. Una partida de ajedrez es una combinación entre adelantarse a la jugada del otro, a su intención y en ella evitar el fatídico desenlace: el jaque mate. Es un duelo que en los espacios abiertos de las ciudades se hace a tumba abierta. Palma no es excepción. Tiene también su rincón de liza. En Sant Miquel, la misma calle que ha ido convirtiendo una de sus aceras, la que besa el claustro de Sant Antoniet, en una pinacoteca ambulante.

El caricaturista apura el mate –su acento le delata de Uruguay– mientras su amigo avanza con la mirada sobre el tablero. Un alto en la venta de Sarkozy, Zapatero, Obama y Merkel hechos con mina y a trazo grueso. ¿Los turistas, los paseantes, quieren caricaturas de los gobernantes? En los diarios, en la historia de ellos, en sus hemerotecas, desde luego sí. Las viñetas siempre fueron otra manera, muy gráfica, de contar las noticias, de narrar una parte de la historia. Los dibujantes de tiras cómicas documentan a carboncillo su otra visión de la actualidad. Y, desde luego, en las ciudades son salvaguarda de cierta existencia para un puñado de artistas de la calle.

En el balneario Széchenyi en Budapest resulta un atractivo más comprobar el desafío a las bajas temperaturas que hacen los húngaros, el baño es al aire libre en un recinto cerrado pero que el paseante puede ver como si se tratara de un circo. Ajenos a la mirada externa prosiguen la líquida partida de ajedrez. El vapor del agua a unos 36 grados envuelve la escena como si fuera un espejismo. El rey está ahogado. Hay muchas posibilidades de acabar en tablas.

En las calles del down town de Nueva York, en sus parques, es frecuente ver partidas de ajedrez. Humphrey Bogart se ganó la vida practicando este deporte bajo los árboles de la Gran Manzana antes de convertirse en actor. En Casablanca, su personaje Rick surge jugando. El guión de las jugadas corrió a su cargo.

En el parque de Washington Square practicó Bobby Fisher con apenas 13 años. No muy lejos queda el Chess Forum, un comercio donde encontrar material de este deporte, y también el Village Chess Shop, en cuya acera se juega al ajedrez con total concentración. El campeón del mundo se forjó en el ajedrez al aire libre.

En Palma, ciudad destino turístico 365 días, no ha cuajado aún la costumbre, quizá a partir del receso del caricaturista de Sant Miquel, mientras sorbe el té o el mate y su amigo se oculta tras un sombrero viejo, esta ciudad acabe arañando estampas de Nueva York o de París, o de Budapest o de Ciudad del Mar en Argentina. Y seamos así un tablero abierto al juego y a la reflexión.

P.S. Perdieron las blancas.