Si las armas las carga el diablo, las palabras debe artillarlas Satanás. Incluso una letra puede cargar de ideología una denominación. La diferencia entre una ´m´ y una ´n´ es un palito. La distancia entre que una calle palmesana se llame Colom o Colón es la que existe entre que gobiernen los progresistas o los conservadores en el siglo XIX o que, una centuria después, tengamos una dictadura o una democracia.

La calle Colom fue abierta en 1865 para unir la plaza de Cort con Sant Miquel. Desesponjó un entramado de callejuelas llamadas Infern, Bunyols o Ca la Fosca. Zaforteza i Musoles cuenta que el 7 de abril de 1865, el Ayuntamiento bautizó la vía como Juan Odón Colom, el líder de los agermanats. Gabriel Bibiloni explica que se trata de una "interpretación incorrecta" del nombre de Joanot Colom, ajusticiado en 1523 tras el fracaso revolucionario. En 1892, un consistorio nada amigo de revueltas, aunque fueran tardomedievales, cambió el nombre por el de Colón. Para compensar, la plaza Porta Pintada pasó a honrar al agermanat. En la dictadura de Franco, el descubridor de América, inspirador sin saberlo del Día de la Raza, era grato a los ojos de las autoridades y siguió en el nomenclátor. Colom, en cambio, perdió su plaza porque quedó integrada en la de España.

Joanot Colom fue, en el contexto del siglo XVI, un revolucionario. Cristóbal Colón, uno de los símbolos de la España imperial. Un palito más o un palito menos para que la calle fuera del gusto de los liberales o de los conservadores, de los regionalistas-nacionalistas o de los centralistas... En los años 80 una comisión de expertos propuso al Ayuntamiento la recuperación del nombre de Joanot Colom para la vía que une Cort con la plaza Marquès del Palmer y dedicar una del Eixample a Cristòfol Colón. La cosa quedó a medias porque la rotulación de la primera se limita al apellido y el presunto felanitxer no tiene calle.

Hoy, una nueva amenaza se cierne sobre nuestro agermanat: la dictadura moderna del Google Maps. Amplíe el centro de Palma y descubrirá la calle Paloma. Sí, es lo que piensa.