PALMA A PALMA

Arqueología del siglo xx en un hotel

Joan Riera. riera.diariodemallorca@epi.es

Quienes crean que la arqueología es cosa del pasado lejano, yerran. Las piedras hablan de anteayer con la misma claridad que lo hacen cuando nos ilustran sobre lo ocurrido dos milenios atrás. Edificios de la Palma del siglo XX desvelan su historia anterior gracias a los restos que han resistido reformas o piquetas. El hotel Tryp Palma de la calle Font i Monteros fue sometido a un intensa reforma. Los balcones abiertos del original fueron cerrados con estructuras de metal y cristal. La entrada, ubicada en un lateral, ganó importancia al situarse en el chaflán. Modernizado y ubicado en una zona tan céntrica como insípida, es el tipo de establecimiento que eligen aquellos que llamamos hombres y mujeres de negocios. Aunque muchas veces sean familias que asisten a una boda o enfermeras de un curso de formación. En uno de los laterales de la fachada hay un bajorrelive. Representa a una princesa que libera las aguas de un dragón (drac en catalán; drach, en su versión arcaica). Resulta curioso comparar el diferente simbolismo que se otorga a esta fiera en las culturas orientales y occidentales. China acaba de entrar en el año del dragón, una época de bienes porque el animal fantástico impulsa al creador, al emprendedor, al innovador. En cambio, en nuestro ámbito cultural es un animal malvado que rapta princesas o, en una versión menos difundida en Mallorca, impide el acceso al agua. A veces quien le vence es un caballero, Sant Jordi. En otras es una mujer quien, como en el caso del bajorrelieve que nos ocupa, doblega a la bestia y restituye a los hombres el líquido que necesitan.

¿Qué aporta el bajorrelieve a la arqueología del siglo XX? Que lo que hoy es un Tryp, integrado en la cadena Meliá Hotels International, antes fue el Hotel Drach. Que los establecimientos en cadena que hoy se construyen igual en Cádiz que en Kuala Lumpur hubo un día que buscaban aportar un toque de personalidad local. Que si un hotel se llamaba Drach debía mostrar un dragón en su fachada. Por cierto, ¿cuántos dragones de piedra hay en las calles de Palma?

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