Reina Lladó Padovani
"España es el primer país europeo con sobrepeso y obesidad infantil"
Hija de menorquín que emigró a Venezuela, la pediatra hizo el camino inverso ante el clima de inseguridad. "Chávez es un mentiroso y creo que bipolar", afirma. Especialista en nutrición infantil y en obesidad, alerta del riesgo "cada vez mayor" de perder el hábito de comer sano. "¡Ensaimadas envasadas!", pone el grito en el cielo
Lourdes Durán
Con una enorme sonrisa, Reina Lladó Padovani confiesa: "Voy involucionando hacia la infancia. Me vuelvo más niña y más feliz. Veo las cosas con más simpleza". La pediatra convive día a día con una enfermedad que está alcanzando cotas de epidemia: la obesidad. Los últimos cálculos de la Organización Mundial de la Salud (en 2010) cifran en mil millones los adultos con sobrepeso y 300 millones los obesos. En un lado del mundo se mueren de hambre. En el otro, de sobrealimentación. La pediatra Lladó Padovani, responsable de la Unidad de Nutrición y Obesidad Infantil de la USP PalmaPlanas y con plaza en urgencias pediátricas en la Policlínica Miramar, recuerda un dato escalofriante: "España es el primer país europeo con sobrepeso y obesidad infantil". No sólo hay que educar la mente. Hay que adiestrar al cuerpo.
"Somos una especie con gestos idénticos a nuestros ancestros sólo que la sociedad se ha vuelto sedentaria y se alimenta de comida chatarra. Se ha acabado un estilo de vida y por eso cada vez hay más niños sedentarios que obtienen fácilmente los alimentos y ¡encima son los reyes de la casa! Con la crisis los malos hábitos en alimentación han aumentado", advierte.
Hija de un menorquín emigrado a Venezuela que llegó a ser el primer director de la Philips en el país centroamericano, Reina Lladó Padovani está muy orgullosa de él. "Crió a sus tres hijas solo. La fuerza que tuvo de desafiar los obstáculos nos la ha transmitido genética y conductualmente", agradece. No olvida su cromosoma italiano que le llega de una abuela materna.
A los 34 años, Reina Lladó dejó Venezuela atemorizada ante las amenazas a su hijo en un clima de "violencia extremo", propiciado por el "gran mentiroso Hugo Chávez", opina. A su juicio, "está convirtiendo Venezuela en el parque jurásico del petróleo". El miedo y la inseguridad la trajeron al lado de sus hermanas que abrieron brecha en Mallorca. "Mi padre nos había inculcado su cultura, así es que vivir aquí es fácil. Estoy feliz con lo que hago".
—Cuando llegó a Palma el panorama era muy distinto. ¿Piensa en regresar como otros latinoamericanos?
—¡Qué va! En mi país mis colegas trabajan 15 o16 horas porque no les queda más remedio que compaginar cuatro y hasta cinco trabajos. Muchos cerebros han tenido que salir. Es cierto que el actual escenario político me recuerda al que vi hace 15 años en mi país pero debo decir que aquí aún hay mucho bienestar, es un país seguro y todavía hay estado de derecho.
—La veo muy optimista...
—¡Sí soy optimista, ustedes no tienen a Chávez!
—¿Incluso mantiene su buen ánimo con los recortes en sanidad?
—La gran víctima del recorte sanitario es el paciente y además genera un sobreesfuerzo en la población médica provocando pérdida de calidad en el servicio. Donde deberían recortar es en los sueldos de los políticos y, sobre todo, los que han robado deberían devolverlo.
—¿Estamos ante una médico indignada?
—Sí, pero optimista y feliz.
—¿Cómo ha afectado el tijeretazo a su área, la nutrición?
—Tenemos problemas de salud pública en nutrición que no se cubren ni hay dinero para ello. Se han paralizado los programas de educación alimentaria. Hace dos años hubo muchos avances pero se han detenido.
—¿Los niños obesos proceden de padres obesos o se debe más a una falta de educación a la hora de sentarlos a la mesa?
—Hay una predisposición genética. Si las mujeres embarazadas ganan más o menos peso eso va a determinar el desarrollo del feto. El ser humano es adaptativo y si hay nutrientes, el cuerpo los guarda. Eso ya está en las fases embrionarias. Por supuesto, es determinante el tipo de hábitos alimentarios que se le inculcan al niño.
—¿Tan mal comen los niños en España? ¿Y en Mallorca, paradigma de la dieta mediterránea?
—Va en paralelo a la crisis. La comida mediterránea es la dieta por excelencia junto a la japonesa sólo que hemos manufacturado los productos mediterráneos. ¡Qué es eso de comer ensaimadas en bolsas plastificadas! Sólo espero que la siguiente generación empiece a valorar justamente las cosas y que los niños sepan valorar los alimentos ayudados por sus padres.
—Si hay una educación sentimental, ¿también existe una educación alimentaria?
—Es fundamental. Los padres de niños con problemas de obesidad no tienen percepción de que tienen una enfermedad. Sólo cuando surge en el colegio el problema de bulling escolar es cuando los padres se preguntan qué ocurre, solo que el mal está ya muy extendido. Los padres se deben preocupar cuando el pediatra les alerta por el peso de su hijo. Es triste ver a los padres cuando entran llorando por el hospital porque se sienten muy culpables.
—¿Se cura la obesidad?
—Sí. Nosotros trabajamos en un programa que dura doce semanas. Hemos logrado hacer una radiografía de la familia. El cien por cien de los casos vemos que el problema no es de tiroides sino que es falta de una nutrición adecuada. En muchos casos traemos a la consulta a la abuela. La nutrición está relacionada con la afectividad.
—¿Hay más niños o niñas aquejados?
—Las niñas son más propensas a padecerlo. Vivimos en una sociedad hiperdemandante donde se busca simetría y en la que el aspecto es fundamental para todo. Es una paradoja pero, cito como ejemplo, en Bolivia es un país de desnutridos y a la vez donde hay más niños obesos de todo Latinoamérica. La enfermedad se ha exportado allá porque es más fácil y más barato comer productos manufacturados como bollería, pastas, arroz que no verduras y frutas.
—En el otro polo, su experiencia con niños desnutridos en el Chad. "Cada día se les moría un niño", contaron. "¿Qué estoy haciendo aquí?", se preguntó al volver. ¿Aún ahora?
—Es uno de mis sueños pero por ahora no pudo porque tengo familia. En África aprendí que no somos el centro del universo. Mis carencias son iguales aquí y allá. Procuro trasladarles eso a mis hijos, recordarles que además somos unos privilegiados.
—¿Qué requiere su especialidad?
—Comprensión del estado emocional de los padres y hablar el mismo lenguaje que el niño. A mí me resulta más fácil trabajar con un pequeño que con un adulto porque es más simple. Los mayores somos entramados de capas y capas. También es cierto que ser madre me facilita el trabajo.
—Regresemos a su país. Chávez genera amor y odio a la vez.
—Su ideología política la ha sedimentado en su vivencia, pobreza, megalomanía, súper ego y quizá bipolaridad. Él se presentó como el salvador de los pobres y muchos le creyeron, incluso de grandes pensadores hasta que descubrieron su mentira. Utiliza la política del miedo. Por eso me fui.
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