Palma a la vista
Gestos de supervivencia
El ingenio aprovecha el mobiliario urbano. En una farola en la medianera de Avenidas alguien vende "artículos para el hogar moderno"
Lourdes Durán
Ingenio 1- Apatía 0. El bulle bulle de Palma se quiere a sí mismo leña de fogueró, y bien está que así sea porque ya estamos hasta arriba de calentarnos la cabeza con la negra sombra de alguien a quien no conocemos llamado Standar & Poor´s, Moody´s y Fitch. Mientras, en las costuras de la ciudad se perfilan gestos de supervivencia.
En el espacio en una de las medianeras de Avenidas alguien ha colocado un anuncio en un poste de luz aprovechando el eco que da la forzosa parada en la que detienen sus pasos a diario cientos de peatones. Son los efectos colaterales del sálvese quien pueda y den gracias al mobiliario urbano, que les sirve a algunos de tablón de anuncios.
Si hay arte efímero, si somos seres de paso, si te quise y te perdí en el tiempo que dura un bolero, ¿por qué no anunciarse en una hoja volandera de papel aferrada a una farola? Es casi seguro que tendrá escasa vida el reclamo porque a las corrientes del aire propias del tráfico sumarle las llamadas inclemencias meteorológicas; siempre que oigo esa palabra, no sé por qué pienso en un emperador romano y en su santa. No importa demasiado porque el azar puede haber jugado su baza. Y ¿quién se resiste a leer semejante mensaje en una farola?
"Rastrillo particular. Se vende todo tipo de artículos del hogar ¡¡¡moderno!!!" Brillante final para un haiku de comercio, sí señor.
Mercadear en rastros siempre nos gustó. En Palma, ha sido el de las Avenidas junto a la gasolinera el que se ha llevado el gato el agua. Hubo un tiempo en que alcanzaba la vecina plaza Porta des Camp cuando los gitanos eran los amos y señores del mercado. Con los años, los negros de Senegal y los marroquíes tomaron la medianera de la Avenida Gabriel Alomar y convirtieron el rastro en un zoco. Hoy Cort potencia el mercadillo de Son Fuster con la idea de aligerar el colapso que cada sábado se produce en Avenidas. Hubo éxodos forzosos y no todos parecen estar contentos. Los nuevos inquilinos en el polígono reclaman más policía y mejor señalización, además hay quien se siente agraviado al haber sido alejado del centro de la ciudad.
Por eso, estos gestos solitarios de papel que usan una humilde farola y se sirve de una poética limada de recursos hacen ciudad. Es la rima del buscavidas, de supervivencias al margen de redes sociales, blogs, webs y otros códigos contemporáneos. Es lo más parecido al viejo y siempre perfecto boca a boca, el que no falla.
Sólo una curiosidad: ¿Cómo es el hogar "¡¡¡moderno!!!"?, ¿qué artículos son los que le dan carta de naturaleza como tal?, ¿Se pagan a precio de mercado o de mercadillo? Las farolas siempre fueron inspiradoras, y ahora que están tan solicitadas como aquellos corchos de colegio, vale la pena echarles una ojeada. Las gangas a tiro de piedra, al alcance del cambio de luz de un semáforo en una medianera.
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