Palma y la isla en general no han sido castigadas con dureza por los terremotos. No hay constancia histórica de que se haya producido ninguna víctima mortal como consecuencia de un movimiento sísmico. Sin embargo, hubo un temblor, el del 15 de mayo de 1851, que forzó un cambio sustancial en la imagen del edificio más emblemático de Mallorca: la Seu.

El terremoto se produjo a las dos de la madrugada y su epicentro se localiza entre Pòrtol y Santa Eugènia. No hubo heridos ni fallecidos, pero sí tuvo consecuencias sobre los edificios ciudadanos. Los campanarios de las iglesias de Sant Francesc, Sant Agustí y la Concepción se vinieron abajo, numerosas casas particulares y edificios oficiales quedaron agrietados –algunos de los inmuebles afectados tuvieron que ser derribados–, la torre de l´Àngel de la Almudaina –lo que quedaba de ella– se vino abajo y hasta avanzado el siglo XX no fue reconstruida.

Sin embargo, los efectos más notables de este sismo de intensidad VI en la escala MSK fueron el derrumbe de una de las torres de la fachada principal de la catedral y los graves daños que sufrió otra. La construcción anterior al terremoto no era un digno remate a una obra elegante como la Seu y, además, presentaba problemas de solidez. Fue una víctima fácil del temblor de tierra. De hecho, se trataba de un elemento inacabado con dos contrafuertes rematados en forma de torreón que actuaban como soporte para que las naves no se derrumbaran. El incidente fue la ocasión esperada para dignificar la cara del templo.

Se encargó le proyecto al arquitecto Juan Bautista Peyronnet, quien en 1852 ya trabajaba en la reconstrucción a partir de un diseño neogótico. No fue un gran acierto. El resultado transmite una sensación de pesadez en un edificio que se distingue por sus proporciones ágiles y etéreas. Existe una foto histórica de las obras, fue tomada por el fotógrafo Charles Cliffort, quien en 1860 acompañó a la reina Isabel II durante un viaje a Mallorca.

Gustará o no, pero la imagen actual de la fachada principal de la Seu es consecuencia directa del terremoto de 1851.