La Cofradía de Sant Jordi, entorno a la cual se agrupaba la nobleza mallorquina, desapareció en 1743. En 1775 hubo un intento de restaurar esta institución. Por ello se solicitó al marqués de Alós, a la sazón Capitán General de Mallorca, permiso para ello. Éste concedió el permiso en 1777. Al enterarse la Real Audiencia, imbuida plenamente en el ambiente del Despotismo Ilustrado, emitió un informe totalmente desfavorable a la restauración de la Cofradía. Diversos eran los motivos por los que se posicionaba en contra.

No debe perderse de vista que el estamento de caballeros ostentaba el poder económico y militar. Además, el Regente de la Audiencia obtuvo los conocimientos suficientes sobre la realidad de la isla para entender que, si la nobleza mallorquina permanecía unida, difícilmente se podrían llevar adelante proyectos surgidos de otros grupos sociales. Por tanto, no interesaba que los nobles formasen un cuerpo cohesionado.

Como se ve, el tema de la Cofradía de Sant Jordi no era un tema baladí, y así lo demostró, con sus recelos, la Real Audiencia. La autorización para restaurar la antigua institución quedó anulada definitivamente por orden de Carlos III, que firmó un dictamen en 1778. En ese mismo documento, el Rey sugería crear una Sociedad de Amigos del País, e instaba a la nobleza a colaborar decididamente. El fundamento por el que se instó a la creación de esta sociedad –al igual que otras sociedades que se crearon en diferentes lugares de España– era principalmente el del filantropismo surgido del espíritu ilustrado del enciclopedismo. En los estatutos interinos de la Sociedad se lee: "La económica de Amigos del País es un cuerpo patriótico que tiene por objeto promover la opulencia y felicidad del público en sus ramos de agricultura, industria y comercio. El Instinto que la caracteriza es hacer bien a todos con sus luzes, conferencias, auxilios, y no criticar, ni ofender a nadie".

Por tanto, la iniciativa de crear la RSEMAP debe entenderse dentro del marco reformista llevada a cabo por los Borbones durante el siglo XVIII. Los ideales de la Ilustración primeramente prendieron en las clases cultas formando una élite concentrada principalmente en una parte de la nobleza. Los ministros de Carlos III, auténticos déspotas ilustrados, llevaron a cabo una serie de reformas que supusieron modernizar las estructuras de gobierno y posibilitaron rejuvenecer las fuentes de riqueza del país. La necesidad de dar a conocer y difundir esta política entre la masa popular, dio origen a la creación de las Sociedades Económicas de Amigos del País, las cuales emprendieron la ardua tarea de educar al pueblo y prepararle para los retos que exigía la modernización de España.

El Capitán General, el Regente de la Audiencia, el fiscal de la misma, el regidor decano del ayuntamiento de Palma y frey Lorenzo Despuig, de la Orden de San Juan, conformaron la primera comisión fundacional. Unos 163 miembros fueron los que se dieron de alta durante los primeros meses. A diferencia de la antigua cofradía de Sant Jordi, en la RSEMAP podían ingresar personas de todos los grupos sociales. Entre ellos estaban las principales casas de la nobleza, dentro de las cuales surgieron destacados ilustrados e intelectuales. También estaba representada la nobleza rural, como también miembros de la administración pública, del clero secular, de profesionales liberales, comerciantes… El citado Despuig, Antonio Montis o Gerónimo de Berard fueron algunos de los hombres destacados durante los primeros años de la Sociedad.

Estas acciones modernizadoras toparon, por un lado, de frente con el mundo conservador mallorquín capitaneado por figuras destacadas del clero regular. Estos vieron en los ideales de la ilustración un ataque que ponía en serios aprietos los cimientos del cristianismo. Por otro lado, a pesar de las importantes iniciativas modernizadoras llevadas a cabo por la RSEMAP, las reformas no llegaron a ser estructurales. Sí se apoyó la idea de la promoción humana y el incremento de las producciones económicas básicas –agricultura, ganadería o comercio–, pero no se concebían reestructuraciones de la propiedad agraria porque ello podría amenazar la sociedad estamental en la que estaba organizada Mallorca.

Entre las múltiples proyectos que se realizaron en la RSEMAP encontramos la creación de una Biblioteca Pública o la reparación de caminos (1782); establecer una Academia de Medicina u organizar la educación primaria (1784); buscar minas de carbón (1785); alumbrado de las calles de Palma, así como regular la limpieza de las calles y plazas (1788); la implantación de una fábrica de loza fina (1798); introducción del cultivo del maíz (1801); la creación de un Jardín Botánico (1805); aprobar un plan de enseñanza en Mallorca y establecer una facultad de Medicina (1807); levantamiento de planos del castillo y falda de Bellver para poder edificar en esa zona –que supuso el nacimiento del Terreno–, o tomar medidas para evitar que se extraigan de Mallorca cuadros de valor (1835); impulsar la creación del ferrocarril en la isla; la creación de una Caja de Ahorros (1881); fomentar la concurrencia a la Exposición de Turismo de Londres (1913)... Muchos de ellos no llegaron a buen puerto. Ahora bien, el papel de la RSEMAP constituyó el germen de la modernización de la isla.