Las catástrofes superan las capacidades de control del hombre y se repiten de forma cíclica en todas las épocas. Lo dijo H.G. Wells (1866-1946): "La civilización es una carrera entre la educación y la catástrofe". Lo reafirmó Italo Calvino (1923-1985): "Toda historia no es otra cosa que una infinita catástrofe de la cual intentamos salir lo mejor posible". La desgracia comunitaria, el hundimiento de una sociedad, la tragedia compartida se escribe con letras ensangrentadas en los libros de historia. ¿Qué comunidad ha convertido una derrota bélica en su fiesta nacional? Catalunya ¿Qué religión recuerda a sus fieles las mayores inundaciones padecidas por la humanidad? Desde el hinduismo al cristianismo, prácticamente todas ¿Qué películas han recogido desgracias como la desaparición de la isla de Krakatoa o el tsunami que causó más de 100.000 muertos en el Pacífico? Al este de Java –rodada parcialmente en Mallorca– y Más allá de la vida.

En las situaciones límite es cuando se ve lo mejor y lo peor de cada hombre. Cuando la normalidad salta por los aires, los héroes y los villanos encuentran el campo abonado para interpretar su más loable o despreciable función. Las catástrofes hunden sociedades o las hacen más fuertes. No hay término medio.

Quizás hoy, en Mallorca, nos creamos a salvo de una destrucción masiva. En nuestro recuerdo no hay un gran terremoto. Tampoco una gran epidemia que se cobre miles de vidas. Ni siquiera una inundación que arrase cientos de casas. Sin embargo, todo eso ha ocurrido en la isla en un periodo de tiempo minúsculo de nuestra historia si lo comparamos con la totalidad de la presencia humana en la isla. Y, lo que es peor, probablemente volverá a suceder. No sabemos cómo ni cuándo, pero resulta inevitable.

En las próximas semanas recordaremos aquellas catástrofes que marcaron la historia de Palma, que causaron miles de muertos, que cambiaron la fisonomía de la ciudad. Hechos históricos sobre los que no abundan los monumentos y que tendemos a cubrir con un manto de olvido.