En Francia les llaman "tiendas efímeras" y en Londres, donde las inventaron, "pop-up". Fue Estados Unidos donde la explosión fue mayor. Se recuerda aún la apuesta por ellas de Kodak en el Soho neoyorquino. O como especifica Wendy Liebmann, presidenta de WSL Strategic Retail, "son lo último en marketing de guerrilla". Si una colección de moda se presenta temporalmente, ¿por qué no va a seguirle los pasos el establecimiento que las exhibe y vende? Palma ya cuenta con un ejemplo de este tipo de comercios de quita y pon, la gallega D-Due. Sólo la calidad de sus productos le certifica un eco más que asegurado.

Charo Froján ha sabido darle al legado familiar –sus padres abrieron en los sesenta una empresa textil en Rianxo (A Coruña)– una nueva dimensión. Junto a Alfredo Olmedo ha creado su línea de diseño de moda y complementos D-Due sustentada en la calidad textil, en unos esmerados acabados y en una línea atemporal, casi de fondo de armario, pero con un guiño a su tiempo.

Desde el 22 de junio andan por Palma, en la calle Can Ribera. Al frente del local Román Padín, un periodista y especialista en Bellas Artes, que les echa un capote en los nuevos establecimientos que van abriendo. El de Palma, junto a los de Sanxenxo y Pontevedra, tiene carácter efímero. Palma es la primero que ya ha avanzado su colección de invierno. "Se apostó por Palma porque es el lugar idóneo en cultura mediterránea. Tiene el puerto internacional más importante y además interesó el mercado local mallorquín", subraya el encargado. No deja de añadir un piropo: "Los mallorquines, aunque no tengan conciencia de ello, son elegantes".

Aún no hay fecha de mudanza de D-Due en la calleja vecina a Jaume III, incluso barajan la idea de continuar. Las cosas no van mal. Aseguran que se acercan a ella mujeres de 15 a 70 años que buscan "calidad y valoran su cartera; les gustan cosas especiales", apunta Padín. No están sujetas a las dictaduras de la moda.

Tanto Charo Froján como Alfredo Olmedo miman los acabados de sus diseños –ella estudió en Barcelona y Milán– y tienen la vista puesta en la artesanía. En sus prendas surgen detalles de pasamanería, bordados; matices de mano artesana. Ahora están interesados en las telas de lenguas, en las alpargatas y en los bordados mallorquines con ganchillo. "No sé si los incorporarán en colecciones futuras", comenta Román.

En los accesorios destacan los pañuelos, algunos con estampaciones propias y otras con las de alumnos que ya han concluido sus estudios de Bellas Artes en la Facultad de Vigo donde tanto Charo como Alfredo y Román imparten clases. En uno de ellos han estampado dibujos del estudio de los arquitectos Emilio Tuñón y Luis Mansilla.

El concepto que alumbra el interior del local atiende al minimal de los años 60. Román Padín recuerda la estética de las máquinas Olivetti y señala las paredes verde oliva lavado de la tienda. Los muebles son de la misma época. Les acompaña el friso fotográfico del arquitecto José Froján, con sus instantáneas analógicas en blanco y negro sobre escenarios de las II Guerra Mundial.

Al margen de grandes altavoces publicitarios, D-Due se hace hueco en las distancias cortas. Es marca de la casa. En sus 20 años de andadura ya han abierto brecha a través de sus dos colecciones Due y dos Esmartiana, además de las líneas de complementos, en París y Milán, a través de distintos show-rooms. Ahora se harán efímeros en Londres y en la Ciudad Luz. Mientras Palma se abre a ese nuevo concepto de "marketing de guerrilla", como lo llama la americana Liebmann.