Existía un pinar ante el que se extendía un amplio arenal, que más o menos, a seis millas de los muros de la Mayurqa se hallaba, por el lado donde Titán se dirige, con su carro, hacia el cielo. /Una marisma y el ancho mar con sus aguas lo cierran por ambos lados. Tan sólo por Levante y Poniente hay un camino para quien busca los campos boscosos. /Estos lugares reciben el nombre de Ramora o bien Forenna, aunque muchos le llaman Catinos." Este fragmento del Liber Maiolichinus (escrito hacia 1115), es posiblemente la primera referencia escrita del Prat de Sant Jordi que se conserva. Efectivamente, el extenso prado que se extiende por la parte Este del municipio de Palma, antiguamente fue conocido como Ramora, Forenna o Pla de Catí (o Catinos). En la actualidad, el aeropuerto de Son Sant Joan, ocupa la parte central del Prat de Sant Jordi.

Aunque algunos autores afirman que en la Antigüedad esta zona fue golfo abierto al mar en el cual se podía navegar, lo cierto es que los textos históricos que hacen referencia al prado —textos que se extienden desde la época medieval hasta el período contemporáneo— se refieren al Prat de Sant Jordi como un lugar de aguas estancadas, que procuraban una vida malsana a sus habitantes, los cuales sufrían enfermedades como el paludismo o la malaria. El investigador Alejandro García explica que el área pantanosa del Prat se extendía considerablemente cuando llegaban las intensas lluvias. Esta zona de humedales se conocía como "sa Plena".

Al ser considerada una zona improductiva, después de la Conquista de 1229, la comarca del Prat de Sant Jordi quedó configurada por latifundios y alguna alquería: Son Mir, Son Axeló, Son Gual, Son Santjoan, S´Aranjassa, Son Oms, Son Sunyer… o las alquerías de Casa Blanca o la de las Arnaldes, son algunos ejemplos. Esta última dio nombre a una caballería instituida en 1314 por el obispo Ponç, de Barcelona, y que donó al batle de Mallorca, Maimó Peris.

La desecación de la zona fue una idea que tuvieron siempre presente los propietarios y las instituciones del Reino. En 1321, Sancho I se interesó por un proyecto que habían impulsado los jurados. No sabemos muy bien lo que se hizo durante siglos en la zona. Por un documento del Ayuntamiento de 1770 sabemos que existían "vestigios de la zanja mayor, como de los surcos por donde antiguamente se dava (sic) sin duda salida a las aguas". Gracias a ese mismo documento sabemos como se encontraba la situación de la zona: "Ninguno ignora el gravísimo perjuicio que está causando a la salud de una porción considerable del distrito de esta capital y aun dentro de sus murallas el pantanoso terreno del Prat […] que apenas permite la habitación en los Predios […] demostrando sus continuas enfermedades, y tempranas muertes la infección del aire que respiran, siguiéndose el abandono y menoscabo de la labransa (sic) extendiéndose el daño hasta las murallas, y aun dentro…" Por este documento se percibe que durante la segunda mitad del siglo XVIII la situación de la zona había empeorado. Por ello, un grupo de propietarios, encabezados por el marqués de Campofranco, impulsaron, primero como iniciativa privada y luego involucrando al Ayuntamiento (de ahí el documento de 1770), un proyecto de desecación para poder sembrar trigo en la zona. Se hicieron estudios pero el proyecto quedó estancado, nunca mejor dicho. Tuvo que ser, cuarenta y cuatro años después, un fuerte y catastrófico cap de fibló que dejó a su paso varias víctimas e inundó todo el prado, el motivo por el que se reactivó el proyecto. Según el profesor Vicenç Rosselló, fue entonces cuando se empezó a desecar el Prat en varias etapas, empezando por la zona de Son Sunyer y Son Oms —cerca de Ses Fontanelles—, continuando por Son Oliver, Son Fullana o la canalización de s´Ullal de Son Mir (actual Can Puigserver), canal que se conoce como Es Siquió. Y finalmente, se actuó en la parte de Son Mosson, Son Llebre y Son Banya. Estas obras, insuficientes, se realizaron entre 1815 hasta, más o menos, 1830.

El proyecto tomó un impulso importante en 1845 gracias a la actuación de un ingeniero holandés, el Sr. Paul Bouvj, que había llegado a Mallorca diez años atrás. Bouvj se comprometió con las familias de los Rocabertí, Conrado, Bennàsser y Gual, propietarias de los predios de Son Santjoan, Son Oliver, Son Mir y Son Axeló, respectivamente, para desecar el Prat de Sant Jordi a partir de una red de zanjas, para después desembocar en la acequia mayor que vertería al mar el agua sobrante. Hacia 1850 el Prat estaba prácticamente desecado. Unos años más tarde, Rafel Oliver, es capellà de ses idees, junto con un carpintero de El Molinar, en Reixac, empezaron a construir molinos que sacaban el agua del subsuelo para regar los campos mediante un extensa red de pequeñas acequias. De esta manera, Casa Blanca y Can Tunis (hoy Son Ferriol) dejaron de ser sólo un lugar de parada para descansar en sus tabernas, pues se empezaron a abrir talleres de carpinteros y herreros. El Prat se fue parcelando en huertos. Cuando el Archiduque visitó la zona, hacia 1880, el Prat se había convertido en un vergel. Los payeses de la comarca todavía hoy hablan orgullosos de la buena calidad de la tierra del Prat, tierra, dicen, que no tiene piedras, "si hi veus una pedra és que qualcú l´ha posada".

Hace años que los molinos ya no funcionan y ahora se riega con agua de la depuradora. Principalmente por ese motivo el nivel freático ha vuelto a los niveles de mediados del siglo XIX y sa Plena ha vuelto a resurgir.