"Cuando el barco aparece bajo el agua, es realmente espectacular. Se conserva en buenas condiciones y es un gran impacto encontrarte de repente ´volando´ sobre un buque mercante de 50 metros de eslora colocado perfectamente. Además, meterte por los pasillos nadando es una sensación increíble, porque vas reconociendo las diferentes partes del barco y te imaginas historias de cómo sería" el carguero hundido frente al Dique del Oeste en los años 80. Quien habla emocionado es Óscar Espinasa, director de la escuela de buceo Casco Antiguo. Este centro y el llamado Isurus, ambos en Palma, frecuentan con sus alumnos dicho pecio situado a unos 200 metros de distancia del Dique, debido a que la profundidad no es excesiva (de 18 a 28 metros) y las condiciones son óptimas para un buceador de nivel avanzado. Uno de los inconvenientes, como apunta el director de Isurus, Aníbal Alonso, es la "escasa visibilidad de la zona". Se encuentra en un lugar de gran tránsito de buques, por lo que el fondo del mar habitualmente está revuelto y, además, "puede ser muy peligroso", advierte el experto de Casco Antiguo.

Sin embargo, Espinasa destaca que es un lugar "con un atractivo muy especial. Los pecios [barcos hundidos] siempre han tenido ese aura de misterio" y los buceadores no son ajenos a ello. Un aliciente es que, aunque sólo hay un barco en perfecto estado, en esa misma zona se hundieron otros: "Un buque mercante similar al anterior que se partió de lado a lado hace unos seis años a causa de la erosión del mar; un barco que cayó sobre la proa de éste, como si le hubiesen pisado; y un velero de 15 metros de eslora", enumera el experto.

Origen incierto

El motivo por el que todas estas embarcaciones fueron hundidas allí es bastante incierto. En la Autoritat Portuària afirman desconocerlo, al igual que los prácticos del puerto, dado el tiempo transcurrido. Aníbal Alonso, de Isurus, tiene una teoría bien sencilla: "Tal vez no sabían dónde meterlos y debía de ser muy caro llevarlos a un desguace". Otra hipótesis también extendida, la que apunta Óscar Espinasa, es "para que los pesqueros de arrastre no se acercasen con sus redes cerca del Dique del Oeste".

Lo único claro es que no fueron hundidos pensando en la afición al buceo, "porque hubiesen elegido un lugar con más visibilidad y un poco más protegido para que los peces se pudiesen reproducir y se generase más vida", asegura Alonso. De todos modos, los buceadores corrieron la voz de la existencia de dichos pecios y, desde hace más de una década, son muy visitados, destaca Espinasa.

Como indica Andreu Llamas, el autor del libro Guía Submarina. Islas Baleares, las 300 mejores inmersiones, la llamada ruta de los pecios no ofrece la "abundancia de vida que presentan otros restos, pero sobre sus planchas y entre sus orificios se pueden descubrir nudibranquios, morenas, espirógrafos, algún mero, etc."

El responsable de Casco Antiguo cree que las administraciones públicas tendrían que preocuparse más por esta afición, ya que la tienen "completamente abandonada y atrae a un montón de turistas". Además, "los pecios son un vergel de vida marina. Son los únicos lugares del fondo del mar en Mallorca donde hay peces. El resto de la isla está arrasado", lamenta.

Lo confirma el director de Isurus y añade un dato: "Pese a todas las trabas que le ponen aquí al buceo, en verano hay una media diaria de unos 2.000 aficionados" que realizan inmersiones en aguas isleñas. "De ellos, el 70 por ciento son turistas, que se traen a sus familias y se alojan en hoteles", destaca Alonso. Y concluye con un consejo: "si los políticos se implicasen y lo promocionasen, sería una alternativa turística con un gran atractivo", como ya ocurre en L´Estartit, un pueblo de Girona que vive del buceo. Al menos, en Palma hay un barco hundido digno de ver.