Cuando nuestros padres paseaban por el Born, en sus balbuceos sentimentales, era del todo obligado detenerse a tomar un refresco o lo que se terciara en la Granja Reus, en el Antonio y en el Miami. Era la orilla de terrazas, donde ver y dejarse ver era práctica habitual porque aquí también fuimos un poco Café de París, de Via Veneto, aunque La dolce vita en Palma se hizo a escondidas.

En los últimos largos años, y venía siendo ya marca de la casa, el paseo se ha ido amueblando con negocios de ropas, entidades financieras. Todo menos cafés. Hasta que ha llegado un nuevo inquilino al paseo para abrir uno de esos lugares donde sentarse y, agarrado a esos papeles que llaman diario, mirar por arriba de su cabecera mientras apuras un martiny y dejas que la vida entre así. Sin más.

Se lo debemos a Jaume Riera, Francisca Pomar y Mateu Santandreu que saltándose los negros presagios inauguraron el 18 de agosto Born 8, una cafetería restaurante "donde el cliente se sienta a gusto, cómodo y en un ambiente relajado", enumera Riera.

Tan sólo Santandreu tiene experiencia en el mundo de la hostelería. Sus primos, Jaume y Francisca, él, de Manacor y ella, de Sant Llorenç, son propietarios de una promotora. Llevaban meses dándole vueltas a la idea de montar un negocio hasta que surgió el número 8 del Born que se comunica además con la calle Paraires. "Quería algo muy diáfano, limpio, sencillo y que hubiera dos puntos focales aprovechando que se comunica el paseo y la calle", subraya Jaume, a propósito de la reforma realizada en el local, y rubricada por Andreu Bennàssar. Si algo destaca en Born 8 son sus lámparas, enormes, de Gordiola, y unas fotos en blanco y negro, estampadas sobre tela, de detalles del paseo que le llamaron la atención a los propietarios: la fuente de las tortugas, las leonas, la propia fachada, las farolas, los bancos del paseo... "Busqué fotografías antiguas sólo que al quererlas reproducir en gran formato, fue imposible. No tenían suficiente calidad", cuenta. Las arrugas del tiempo. Y si hay que darle a la moviola, recordar que hasta hace dos suspiros estuvo aquí la inmobiliaria –Engel & Völkers– , y mucho antes la perfumería Cañellas.

En este nuevo remanso, que parece contar ya con la bienvenida de vecinos y comerciantes –"todos nos dicen que hacía falta, porque si bien hay cafeterías en Antoni Maura y la plaza de la Reina, faltaba un local en el paseo", apostilla Riera–, aguardan llenar también los apetitos gastronómicos. Con una carta que va más allá de las ensaladas, sus platos calientes proceden del cocinero catalán Nacho Mongay. En sus vitrinas, la mirada se prende de las tartas que compran a Eva Squarcia. Hasta la fecha, la mayor parte de clientes era un puro mapamundi. Ahora, finiquitadas las vacaciones, el pulso ciudadano vuelve a latir con los autóctonos.

A la espera de la respuesta del Ayuntamiento sobre la instalación de terrazas en el paseo, Jaume Riera y Francisca Pomar, contemplan con tranquilidad el devenir de las decisiones. "Parece que hay buena predisposición, pero lógicamente hay que conciliar distintas sensibilidades, la de los vecinos, los comerciantes".

Con menos de un mes, los propietarios están un poco sorprendidos de que "muchos clientes tengan tanta prisa. Nosotros creemos que Born 8 es un lugar donde tomarte un desayuno con calma, leer la prensa, charlar, pero no sé, parece que hay mucha prisa". Se acabó La dolce vita.