Es una visión muy reciente. Paseas por la calle y de repente contemplas un cd colgado de una ventana. La primera reacción es de asombro. ¿Será que alguien acaba de ´tostar´ un disco y lo ha dejado a secar, como si fuese un panecillo? Pero cuando descubres otro, y otro, y otro más, te das cuenta de que se trata de una nueva práctica.

Esa aplicación de la tecnología informática ha resultado un descubrimiento. La gente no sabe cómo quitarse de encima a las palomas. Esas que ocupan los alféizares de las ventanas, zurean y sobre todo cagan. Alguien descubrió un día que los cds, con sus movimientos y destellos, funcionan como auténticos espantapájaros. Y mira por donde el disco aquel que no funcionaba, tiene ahora una segunda vida eficaz.

Sin embargo, detrás de esa aplicación tan prosaica, esos espantapájaros cibernéticos poseen una auténtica dimensión espiritual. Recuerdo que, de muy pequeño, me sorprendían esos reflejos mágicos, esos puntos de luz fugitivos que de repente cruzaban la pared. Los mayores sonreían: "Ha pasado un ángel".

De más mayor, aprendí que se trataba de algo no tan sobrenatural. Eran los rayos del sol reflejados por un espejo o una superficie resplandeciente. De hecho, en la clase de párvulos todos jugábamos a hacer ´la rateta´ a base de perseguirnos por la pared convertidos en puntos de luz, con esos saltos bruscos y divertidos. Los mismos que vuelven locos a los gatos y les hacen maullar de forma extraña.

Pero, como ocurre con tantas cosas en la vida, nunca dejé de creer en los ángeles de luz. Y cuando sorprendía uno de aquellos fenómenos lumínicos sentía como una alegría profunda, un poco de la infancia recuperada.

Pues bien, gracias a los cds volantes, la ciudad se ha vuelto a llenar de ángeles. Vas por una calle del casco antiguo y de repente te sorprende una ´rateta´ que corre por la pared. Miras a tu alrededor y en un rincón, medio escondido, un cd te guiña un ojo iridiscente.

Me gustan esos nuevos espantapájaros. Aunque para que fuesen más eficaces yo colgaría cds infectados con un virus. Así resultarían más letales.