Cuando en 1943 Marc Ferragut Fluxà (1901-1981), dejó su ciudad natal de Inca para instalarse en Palma, no se imaginaba que al cabo de unos años construiría el primer auditorio de España, el cual sigue siendo de los más destacados. Cuando en 1943, el joven empresario Marc Ferragut se instaló en Palma lo hizo con la intención de vivir tranquilo, disfrutar de la vida y de su familia. Pronto empezó a frecuentar los ambientes culturales de Ciutat, asistiendo sobretodo a los conciertos de la Orquesta Sinfónica de Mallorca que solía tocar en el Teatro Principal. Era la época en que la Sinfónica dependía del Círculo de Bellas Artes, con Antonio Parietti como presidente. Ferragut, con una inquietud innata, no sólo se incorporó rápidamente en la Junta de la Orquesta, si no que, debido a su condición de semiretirado, llegó a ser uno de sus miembros más activos, convirtiéndose en la mano derecha del director de la Sinfónica, el coreano Eaktay Ahn.

En 1954, Marc Ferragut viajó a Londres y allí asistió a un concierto de música en el Royal Festival Hall, construido tres años atrás en South Bank, una zona que había sido arrasada durante la guerra. La visita a este teatro, especialmente diseñado para realizar conciertos de música, impresionó al mallorquín. Hasta ese momento sólo había conocido teatros a la italiana o de herradura, es decir, los teatros tradicionales tales como la Scala de Milán, el Liceu de Barcelona o el Teatro Principal de Palma. Ahora, en cambio, descubría una nueva tipología de teatro, con una acústica y visibilidad del escenario mucho más perfeccionada. Todavía en Londres, Ferragut envió una postal con la foto del teatro inglés, a su amigo Andrés Bordoy, propietario de la Sala Augusta, en la que, bromeando, le escribía algo así como que se tendría que construir uno igual en Palma. Broma profética, pues, si uno contempla la fachada, y sobre todo el interior, del teatro londinense entiende enseguida que el Auditórium de Palma se inspira plenamente en él, aunque construido en una escala menor.

Ese mismo verano, el hijo de Marc Ferragut, Rafel, un joven universitario de dieciocho años, llegó a Londres con la intención de estudiar inglés. Siguiendo el consejo de su padre, asistió al Royal Festival Hall, del cual también tuvo una fuerte impresión. Esta anécdota no es baladí, puesto que Rafel decidió estudiar, a parte de la carrera de Derecho que ya había iniciado, Económicas y... acústica. Se puede decir que ese verano los Ferragut, padre e hijo, iniciaron una larga aventura que con los años desembocaría en la creación de uno de los mejores auditorios de España.

No es posible detallar todas las peripecias, contrariedades, problemas... que fueron encontrando a lo largo del camino. Como breve pincelada se puede decir que el alcalde Juan Massanet recibió la propuesta de Ferragut con mucho entusiasmo, aunque vio inviable que fuese el Ayuntamiento el que financiase el proyecto. Ferragut no se desanimó, sabía que tenía el apoyo del Consistorio, el cual le ayudó a busca un solar propicio para la construcción del auditorio. Una vez conseguido el solar en el Paseo Marítimo, se puso manos a la obra con el edificio. Desde el primer momento hubo buena sintonía con el arquitecto y decorador madrileño Luís Feduchi (Luís Martínez-Feduchi Ruiz, 1901-1975) el cual entró a formar parte del proyecto. Rafel Ferragut, se involucró plenamente en el diseño del edificio, aportando sus conocimientos de acústica y su experiencia tras haber visitado muchos auditorios del extranjero.

Finalmente, el 3 de septiembre de 1969 el Auditórium de Palma se inauguró por todo lo alto. Fue el primer auditorio moderno construido en España. Tocó la Orquesta Filarmónica de Berlín, bajo la dirección de Herbert von Karajan, estando presentes la flor y nata de la sociedad mallorquina. Es difícil imaginar lo que sintieron esa noche los Ferragut, después de quince años aquel sueño surgido en Londres era ya una realidad.

Ahora se cumplen cuarenta años de historia del Auditórium de Palma, cuarenta fructíferos años de vida cultural: orquestas filarmónicas, ballet, ópera, teatro, cantautores, congresos… Durante estos años se han podido vivir situaciones de todo tipo. Como aquella vez que llegó el ballet ruso Kirov de San Petersburgo —era la primera vez que un ballet ruso actuaba en España—, cuyos bailarines estaban vigilados por miembros de la KGB, repartidos por todo el Auditórium para evitar que sus compatriotas se escapasen, mientras que al mismo tiempo los agentes de la Brigada Social estaban sentados entre el público. La policía de dos dictaduras (la franquista y la comunista) reunidas bajo un mismo techo.

A los pocos años del fallecimiento de Marc Ferragut, en la plaza lateral del Auditórium, se colocó un merecido monumento en forma de lira con una inscripción que reza: "Mallorca a Marc Ferragut". El destino de una buena parte de los próximos cuarenta años del Auditórium, estará sujeto a la dirección de otro Marc Ferragut, nieto del fundador. Deseamos que sean tan fructíferos como lo han sido estos primeros cuarenta años..

*Cronista oficial de Palma.