La primera vez que vi al ex gerente de la Funeraria tuvo lugar hace dos años, durante una visita del embajador neocelandés al campo santo para rendir homenaje a la mítica aviadora Jean Batten. Nadie se había molestado en adecentar la tumba de la piloto que voló en 1934 desde Inglaterra hasta Australia en un tiempo récord. El embajador depositó una rosa entre tablones de construcción y sacos de yeso. Collado y el Ayuntamiento de Cirer le trataron con displicencia. Poco negocio se podía obtener de Batten, quien murió desamparada. La segunda vez que hablé con Collado se produjo a raíz del cementerio musulmán que nunca se construyó. Eso sí, se hicieron fotos de unas obras simuladas y se intentó cobrar una factura por aquella farsa. De todo esto y de lo que se avecina, la ex concejala Marina Sans no se siente responsable.