Piedras en el camino, unas cuantas, pero ganas de perder las preocupaciones en una mañana de asueto, muchas. Y todo gratis. Las neveras y mochilas surtidas hacen chicuelinas en las espaldas y hombros de los ciudadanos que ayer decidieron ascender en una grata penitencia hasta el Castell de Bellver. El calendario les invocaba a celebrar el Diumenge de l´Àngel.

Especialmente concurrido - "hay mucha más gente que otros años. Calculo que cerca de diez mil habrán pasado por aquí a lo largo de toda la mañana", señala el presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos, Jordi Sastre-, en la zona ajardinada de la explanada del aparcamiento apenas quedan espacios vacíos para acampar y montar el picnic. Tras la descarga, toca disfrutar de las actividades organizadas por la Federación de Asociaciones de Vecinos de Palma, que recibe para este fin una ayuda económica del ayuntamiento de Palma.

Todo muy folclórico y popular. La tonada de chirimías no hacía distingos para dar la bienvenida a los marchantes de la romería. Las opciones que se abren al llegar son varias: subir directamente a la fortificación o dirigirse a la explanada del aparcamiento, donde se ejecutaban actuaciones desde dos escenarios anejos.

En el castillo, en el anillo exterior del mismo, a la izquierda, es difícil concentrarse con tanta charanga y tratar de marcarse el jaque mate de la vida. Sobre todo jóvenes eran los que ocupaban los 18 tableros de ajedrez dispuestos en un flanco del redondel del fortín. En otro tablón, a tamaño gigantón, los pequeños eran los que se transformaban en peones.

La melodía de ´Jesucristo Superstar´, oportuna para este día del Ángel, sonaba en el centro del patio de armas. La banda de música s´Almudaina ofreció un programa que se movió entre el pasodoble y la música del celuloide, con parada especial en temas de películas de Disney. Alguna de Ennio Morricone cayó, claro.

Habida cuenta de que el museo de la ciudad del castillo abría sus puertas gratuitamente, muchos ciudadanos aprovecharon para visitarlo y codearse un poco con su propia historia y cultura. "Hacía muchísimo tiempo que no veníamos", comenta Esperanza Riera. "Y yo creo que es la primera vez que lo visito", reparaba su marido, Juan Palmer.

Así las cosas, las salas con restos arqueológicos del yacimiento de Son Oms o la colección Despuig de esculturas fueron visitadas y revisitadas por miles de ciudadanos. Un poco de historia no hace daño a nadie. Desde la cubierta del castillo, los aficionados al ball de bot hacen piruetas pizpiretas con la música de Xaloc. Los más pequeños han hecho lo propio media hora antes con los Cucorba, bailando y gesticulando aquello de ´Joan Petit´ o ´Estira la cama´.

Los que tenían más ganas de pasear por el campo, bajaron el monte hasta la demostración de la policía montada.

El momento más esperado del día lo anunció una de las zancudas del pasacalles de Llaüt de Carrer: "Ahora bajará el ángel, si es puntual. Porque ya se sabe: aquí en Mallorca de eso...". Entre trompetas, trompas y tambores, bajaba el ángel de alas doradas, protector de la ciudad, para despedir la Pascua y bendecir a los peregrinos que habían subido a divertirse y sumirse en una especie de catarsis colectiva. Tras las demostraciones de los castellers, por la tarde, se reanudó el ball de bot con Herbes Dolces. A las 18 horas, hora canalla, cerraron la fiesta los aprendices de demonio del grupo Quiròpters, canciones de puritito heavy metal. Satánico.