"Si eras un experto, podías hacer lo que te diese la gana, podías convertir el vidrio en cualquier piedra preciosa: un rubí, una esmeralda... Lo imitaban a la perfección. Era tan apreciado que valía más que el oro". El experto Antoni Gayà hablaba de los vidrieros de la época púnica, aunque también dedicó parte de su conferencia a los maestros artesanos venecianos. Ayer hizo un recorrido por la historia del vidrio mallorquín con motivo de las I Jornadas sobre este tema que se celebran en la isla. La sede fue la Escola d´Oficis Artesans de sa Gerreria, en Palma.

Los asistentes, profesionales del vidrio de toda Mallorca, la península, Argentina e Italia, también presenciaron y probaron la técnica utilizada por los púnicos para hacer todo tipo de elementos decorativos, como cuentas para collares y vasijas. Se encargó de la demostración Gayà, con un soplete sin oxígeno y "la misma base, porque las fórmulas y el sistema de trabajo apenas han variado, sólo los productos", según sus palabras. Los alumnos asistieron después a una demostración de vidrio soplado del maestro Llorenç Murillo.

La empresa MBG (Mayurqa Brown Glass), organizadora de las Jornadas -con la colaboración del Imfof-, pretendía con esta experiencia "dar a conocer y difundir el vidrio mallorquín, cuya técnica procede de los maestros venecianos que huyeron de allí y se instalaron en la isla", en palabras del vidriero José Luis Soria, cuyo socio en la producción propia y formación en sa Gerreria es Manuel García.

Las investigaciones arqueológicas han servido a los expertos para conocer cuáles eran las herramientas de trabajo utilizadas originariamente por los púnicos y fenicios en el siglo IV a.C. Sin embargo, contaron ayer que "con la llegada de los romanos y la aparición del vidrio soplado, las técnicas antiguas desaparecieron". Fue un cambio radical en la historia del vidrio.

La isla forma parte de esa historia, ya que el tratamiento que se hace aquí del material obtenido por la fusión de potasa con arena silícea está catalogado como ´patrimonio cultural´. Todo ello gracias a la llegada de los venecianos, que marcaron las pautas técnicas y estéticas que perduran y que son aprendidas en sa Gerreria.

Las jornadas, que comenzaron el jueves y finalizaron ayer, también permitieron a los participantes visitar la fábrica de vidrio Gordiola, en Algaida, y los vitrales de la Catedral de Palma.