Más allá del morbo que suponen las andanzas sexuales de Rodrigo de Santos, ahora ya existen víctimas, y son víctimas menores que se han visto doblemente afectadas en un escándalo que arrastra abusos sexuales e interés mediático. Ante esta situación no hay más medicina que la protección total de estos menores para que superen esta difícil situación con las mínimas secuelas psicológicas. La única diferencia a un caso clásico de pederastia es que el individuo que los captó, de momento presuntamente, no era un desconocido, era el máximo responsable de la política urbanística de Palma. Pero si de ello alguien no tiene ninguna culpa son, sin duda, los dos niños.