Es difícil encontrar algún inquilino del antiguo barrio chino. La demolición de sus 14.000 metros cuadrados se los llevó a casi todos, pero en la calle Socors aún viven muchos miembros de la familia Cortés. "Aquí estamos ocho parientes", dice Luisa señalando un viejo edificio sin rehabilitar. Al ser preguntada qué piensa de la transformación de sa Gerreria, duda un momento: "Está quedando más bonito, pero a mí me da igual. Si nos dejan seguir aquí, ningún problema". Ella, su marido y sus tres hijos llevan más de dos décadas "con un alquiler de 13.000 pesetas, como dice el contrato".

En la acera de enfrente se encuentra la promoción inmobiliaria s´Estel Nou, donde una vivienda de dos dormitorios cuesta 220.000 euros. "Dentro de un mes entregamos los primeros pisos", destaca Gabriel Oliver, el consejero delegado de Gerencia Inmobiliaria Balear. En total son 308 inmuebles, de los que han firmado la venta de la mitad.

En los alrededores de la urbanización hay una decena de edificios antiguos en pleno proceso de rehabilitación, según los cálculos de los obreros que trabajan en uno de la calle Forn d´en Vila.

Cerca de allí han abierto cafeterías y restaurantes, con clientes consolidados de los juzgados de sa Gerreria y a la espera de los nuevos residentes. "Ya se han ido los drogadictos y las prostitutas, pero aún no ha terminado todo. Supongo que será para bien", dice Ramon Cerdà, el dueño de un colmado de toda la vida en la calle Socors. Junto a su negocio, una antigua mercería y una carnicería en venta; y el restaurante Don Entrecot, que abrió hace unos dos meses y se ha especializado en carnes gallegas. Para Margarita García, la propietaria, el actual problema es que la gente "todavía no se cree que esto ya no es el barrio chino. Quienes no conocen los cambios continúan pensando que es una zona peligrosa". Lo único que echa en falta es "una mayor señalización" y, como Cerdà, a los nuevos vecinos.

El pistoletazo de salida de toda esta transformación fue hace diez años. El Ayuntamiento, gobernado entonces por el alcalde Joan Fageda, adjudicó el concurso para la reurbanización de la denominada unidad de actuación 2B de sa Gerreria, es decir, lo que se conoce como el antiguo barrio chino de Palma.

El proceso fue largo y laborioso, ya que hubo que expropiar y realojar a los residentes en viviendas o residencias de ancianos; además, se formó un colectivo de protesta porque, según denunciaron, el proyecto alteraba la trama viaria medieval e inclumplía la Ley de Patrimonio. Pero al final no pasó nada más. "En 2003 se iniciaron los derribos y un año después empezó la construcción del aparcamiento subterráneo, inaugurado en la Navidad de 2005", detalla Oliver. En un mes terminan las primeras viviendas y el resto las irán entregando de forma escalonada cada seis meses hasta finales de 2009.

Sus ocupantes serán principalmente "gente joven, parejas, algunos con niños; y un perfil de matrimonios de edad media o incluso mayor que vuelve al centro de Palma porque el chalet se les ha quedado grande", en palabras de Gabriel Oliver, confirmadas por el director comercial de la promoción.

Materiales tradicionales

Vivirán en el casco antiguo, en unos pisos modernos en su interior y que imitan la estética antigua en su exterior. "Había que cumplir la normativa urbanística para esta zona de Palma, donde exigen materiales tradicionales". También hay dos edificios protegidos por su valor patrimonial y que serán rehabilitados para albergar oficinas y viviendas.

Otra de las características que destaca el promotor es que han aplicado medidas medioambientales, como la instalación de placas solares para calentar el agua y la colocación del aislamiento térmico en las fachadas, porque es más eficaz.

Por último, habrá un edificio con 66 pisos adaptados para personas mayores y otras 51 viviendas de protección oficial en régimen de alquiler.

Durante cinco años, el ruido de las obras ha sido lo peor para la familia Cortés y muchos otros del antiguo barrio chino. Sin embargo, una de las cosas que más ha fastidiado a Encarna, que nació allí hace 23 años, es el trajín de "esos señores con traje y maleta de ruedas". No se trata de turistas, sino de procuradores que van y vienen de los juzgados. Es porque les impiden descansar tranquilamente en la acera. Sa Gerreria ha cambiado.