Los padres y madres del colegio Manjón interrumpieron ayer el pleno para hacerse oír. Es cuestionable el derecho de un colectivo a paralizar la máxima institución democrática municipal, pero lo más grave no es que eso ocurriese. Lo peor es que los protestantes tenían razón y no tuvieron más remedio que recurrir a esta fórmula para que se les atendiese. Que los cauces de la administración sean tan complejos que impidan que sus responsables no asuman que hay un bache hasta que tres informes así lo acreditan. Los progenitores del centro escolar mostraban una doble preocupación. La más inmediata, la seguridad de sus hijos, se ha demostrado cierta al haberse visto obligado Cort a paralizar unos supuestos trabajos preparatorios de unas obras que no debían haber comenzado hasta mañana. A medio plazo, sus temores tienen más difícil solución. El colegio, de propiedad privada, cerrará y la obligación de la administración, en este caso, es garantizar que ello no repercutirá en la educación de sus hijos.