Hay estudiantes de Bulgaria, Argentina, Ucrania, Marruecos, Ecuador, Moldavia, Rumanía, Colombia y muchos países más. Los recién llegados al instituto Guillem Sagrera saben bien lo que es el PALIC (Pla d´Acolliment Lingüístic i Cultural). Con este programa, además de facilitarles el aprendizaje de las asignaturas básicas, se pretende que conozcan las tradiciones mallorquinas. Y "¿qué mejor manera para atraerles que por el estómago?", dice la profesora de Teatro, Xisca Cabot.

Como todo Día de las Vírgenes que se precie, ayer tocaba buñuelos. Repartieron un folleto entre todos los estudiantes en el que les explicaban el origen de la fiesta, cómo se celebra y cómo se elaboran estos dulces. Durante el recreo, vendieron en menos de media hora 144 paquetes con cuatro buñuelos cada uno.

A la joven argentina Carolina Garibotti le parecen sabrosos, aunque destaca sobre todo la tradición de que los chicos regalen un clavel. "Me han dicho que hay claveles de amistad y de amor", especifica. Iván Sánchez, también sudamericano, lo ha puesto en práctica. "Se lo he dado a una compañera de clase que me gusta", como confiesa el atrevido galán.

Comenzaron el ciclo gastronómico hace cinco años organizando la típica torrada de Sant Antoni y Sant Sebastià, es decir, "a base de botifarrons y sobrasadas", como cuenta Margalida Palou, la profesora de Catalán. Y de ahí pasaron a "los buñuelos para el Día de las Vírgenes, los panellets y el rosario de Tots Sants, la coca de torró por Navidad, etc.", enumera.

Pero los alumnos no simplemente se los comen. En algunos casos, como la coca, también aprenden cómo se hacen y cuáles son sus ingredientes. "Antes, para el Día de las Vírgenes, venía una buñolera y nos hacía los buñuelos aquí. Ahora ya no viene y los vamos a comprar", lamenta Palou. Los chicos del Guillem Sagrera no sólo aprenden tradiciones mallorquinas. "En Colombia, por ejemplo, también se hacen buñuelos y una estudiante nos enseñó la receta, que es muy diferente a la nuestra", especifica la profesora de Catalán.

La diversidad cultural se ha de tener muy en cuenta. "Hay una chica marroquí a la que le elaboramos un dulce con margarina, debido a que los musulmanes no pueden tomar manteca de cerdo", explica Cabot. Además, "aunque están interesados en aprender cosas de aquí, les gusta que les hagan caso, por lo que nosotros también probamos comidas típicas suyas", resalta Margalida Palou.

La alumna Maricela Yaguana ha probado los crespells, típicos de Semana Santa, y ayer, por supuesto, los buñuelos. Con el fin de facilitar el reparto, previamente los delegados de clase vendieron tiquets por un euro, que tenían que ser presentados para poder recoger la bolsita, tal como se explicaba en la revista del instituto.

Este año volvieron a quedarse cortos con los 15 kilos encargados, como ocurrió el curso pasado.