Erik Verschuern creía que pesaba unos 110 kilos. Sin embargo, ayer comprobó, ante notario, que alcanza los 118 kilos. "Eso debe de haber sido porque mis padres han venido a visitarme y les he llevado a muchos restaurantes". El propietario de la Bombonería Anyos, situada en la zona de los Geranios, también ha engordando para satisfacer a sus clientes. Cuanto más pese, más premios habrá.

Ayer se subió a una báscula para sortear 118 kilos (su peso) de bombones belgas. A partir del lunes y hasta el 5 de enero, la víspera de Reyes, todo aquél que compre productos en su tienda por un mínimo de diez euros, podrá recibir tantos bombones como para satisfacer al más glotón.

"No celebramos ningún aniversario, sólo queremos fomentar en la isla el consumo de chocolate. España no es un país donde se coman muchos bombones, a diferencia de otros países de la Unión Europea, como Bélgica", explica Erik. Aquí se compran en fechas señaladas, "pero no es habitual para consumo propio, en el postre o con el café", según sus palabras.

Los ganadores de su original sorteo los tendrán que tomar casi a todas horas, dada la cantidad de bombones que se llevarán. "El primer premio recibirá un kilo todas las semanas durante un año, es decir, 52 kilos en total. El segundo premio será de medio kilo a la semana durante un año, es decir, 26 kilos. Los diez seleccionados a continuación recibirán como regalo un kilo de bombones y los 60 siguientes, medio kilo cada uno.

El notario José Moragues ha dado fe de muchos concursos y sorteos de coches o regalos de supermercados y comercios. "No obstante, es la primera vez que me proponen dar fe de lo que pesa un señor para regalar sus kilos en bombones". Erik quería "hacer algo divertido y que no se hubiese hecho antes".

Parece que lo consiguió. Al menos, ayer había una cierta expectación entre los comerciantes de la zona y los palmesanos que caminaban por el centro comercial de los Geranios. Una alfombra roja daba la bienvenida a la tienda, donde se ofrecía cava y una pequeña muestra de las 120 variedades de bombones que tienen, todos de origen belga.

Subido en la báscula, colocada en el exterior, Erik dudaba de cuánto pesaba. El notario tampoco lo sabía con seguridad, debido a que era un aparato tradicional, no electrónico. "Me lo han dejado en la tienda de dietética de al lado", decía sonriente. Lo gracioso es que el comercio junto a la bombonería vende todo tipo de productos para adelgazar y el siguiente es una tienda de ropa de tallas grandes.

A partir de hoy, el propietario de Anyos comenzará a hacer régimen. No es que le haya pasado factura estar al frente de una tienda de chocolates desde 1989, sino la idea de sortear su peso. En sólo un par de meses, ha engordado ocho kilos. No sabe si el próximo año repetirá el sorteo. "A lo mejor digo a los clientes que se pesen ellos mismos", propone.