Varios carros de la compra de un supermercado cercano a la calle Joan Miró permanecían ayer acumulados en la calzada sin que nadie los retirase, pese a las molestias que causaban. En la calle Federico García Lorca había un par de carros más, una imagen cada vez más habitual, a pesar de que los comercios de alimentación instalan candados que se abren con monedas para que los clientes no abandonen los carritos de ruedas después de hacer sus compras.