"Siempre ocurre el milagro. Entramos en la Catedral con 50 turistas y salimos con 60". El guía de grupos organizados Bernat Durin preferiría que no sucediese este tipo de ´milagros´ en el monumento más visitado de la isla. Pero como en la Seu no hay ningún guía turístico para las personas que acuden por su cuenta, algún que otro se suele sumar a la explicación de Durin y demás profesionales para conocer los elementos artísticos y arquitectónicos más destacados. Como, por ejemplo, "el rosetón gótico más grande del mundo", asegura orgulloso el portero de la entrada al museo, Diego Moreno. "Soy rompedor de tiques", dice él.

Nada más salir de la visita -que cuesta 3,5 euros-, la turista Manuela Lecuona afirma decepcionada que le ha parecido "incompleta", debido a que "con un guía te enteras de más cosas y curiosidades", en palabras de la visitante vasca. Los turistas filipinos Juliet y Emmanuele Rodríguez, residentes en Canadà, recuerdan que en la basílica de San Pedro, en el Vaticano, o en Pisa y Florencia hay guías turísticos a los que pagas por las explicaciones. "A veces es bueno, porque te enteras de los datos históricos en su contexto".

En cambio, al fotógrafo alemán Dirk Lenchhoff no le gustan los guías. "Si voy con ellos, no tengo tiempo suficiente para hacer fotos y pasear tranquilamente", dice con trípode y cámara en ristre en la calle Sant Roc. Tras preguntar por el palacio de la Almudaina, detalla cómo se planifica sus viajes: "Soy muy meticuloso. Primero me gusta documentarme sobre lo que voy a visitar y luego me hago una lista de los sitios que parecen más interesantes. En los libros leo sobre su historia, por lo que no necesito ningún guía", concluye.

Con un guante rojo enganchado a un bastón; con un abanico, un paraguas o un enorme cartel levantados para que se vean bien. Quienes los llevan son los guías, que con grupos de medio centenar de personas abarrotan los alrededores de la Seu.

Miquel Binimelis es uno de ellos. Tiene claro que "sería conveniente que hubiese un guía para los turistas que vienen solos, debido a que para conocer un monumento de estas características es necesario saber previamente muchas cosas".

En el autocar que conduce a su grupo desde el hotel hasta la ciudad, Binimelis les explica "durante 45 minutos toda la historia de Mallorca, desde los primeros habitante hasta nuestros días". Y, por ejemplo, también les cuenta qué relación tiene Sant Sebastià con Palma y por qué fue elegido patrón de la capital.

Tal vez, quienes acuden por su cuenta no lo sabrán. Sin embargo, el portero de la Seu asegura que "sólo unos pocos turistas preguntan si se ofrecen guías". A cambio, hay carteles explicativos en las diferentes zonas y un folleto editado en seis idiomas "con lo más importante".

A la británica Pauline Steward le "es suficiente" -dice-, porque "si no quieres estar demasiado tiempo dentro, puedes ir sólo a los lugares principales". En cambio, su amiga Gean Blatherwick prefiere un guía para no perderse nada.

En media hora, han pasado por taquilla unas 200 personas. Los grupos van aparte: "¿Cuántos tienes?", pregunta el portero a una guía. "Llevaba 56, pero creo que he perdido alguno", responde. Seguramente se le sumarán otros dentro de la Catedral.