Sí, como en los cuentos de hadas. Pero este cuento termina mal.

Nació con elegancia de junio de 1972. Y con ella vivió siempre.

Recepción, habitaciones de lujo, atraques para veleros y buques de más eslora. Mucho noray. Vestuarios. Restaurante. Bar aparte y en la explanada de fuera. Aparcamiento. Piscina de lujo casi Real. Años y tiempo que la piqueta por órdenes superiores quedan atrás. Rectifico con una llamada al Diario si lo leído es una inocentada o la pura verdad. Cierto es que ya no está.

El carril bici me llevaba al Club de Mar muchas tardes. Y a nadar. Saludar. «Tertulear». Largos de piscina que ahora me recuerdan a varias personas, Alfonso, ¿dónde estás? Nadador y cliente amigo. Saludos a Urdangarines de juventud y también a familia de Marichalar como Alvaro y su elegantísima madre.

Tenía tiempo de vivir más, el Club quiero decir. Hasta mis bicis lloran y se quedan en inestable compañía pues después de varios robos en garajes de ALDEAS pues tampoco están. Robos furtivos en la noche sin luna llena. ¿Qué hacer? La protesta sería inutil e incomprensible ante la Autoridad Portuaria.

Se debería estudiar el «espacio de años» del Real Club Náutico de Palma que siempre está.

Y como no lo entiendo pues no escribo nada más pues me suena a euros y me podrían castigar.

Adiós amigo y querido Club de Mar.