Cuando una persona se siente atrapada por los golpes inesperados que da la vida y ve, con impotencia, que los hechos se vuelven irreversibles, es muy importante sentirse acompañada desde la proximidad y la sinceridad. Es uno de los mejores consuelos que te quedan, quizás el único. 

Mi hermano, Lorenzo Riera Cabenellas, falleció el pasado 23 de mayo en el Hospital Comarcal de Inca. Estuvo un mes luchando para aferrarse a la vida. No pudo ser. Con estas palabras quisiera expresar y hacer público mi reconocimiento y gratitud a todo el personal de la Unidad de Cuidados Intensivos del mencionado hospital. Su trato y cercanía han sido reconfortantes en todo momento, tanto en lo personal como en lo profesional. Sé que mi hermano no fue una excepción en el trato y cuidados recibidos. Médicos, enfermeros, el conjunto del personal sanitario en definitiva, no esperan nada a cambio, no se dejan vencer, saben dónde están y por qué. Lo hicieron porque saben estar en el lugar adecuado en el momento preciso. Acabada la lucha con la enfermedad, en estos momentos siento la necesidad y el alivio de expresarles mi agradecimiento más sincero. Gracias.