Nos has dejado en día invernal, con lluvia, viento y bajas temperaturas, como a ambos nos gustaba. Hasta en eso acertaste. Congeniamos rápidamente en Diario de Mallorca. La pasión por la caza nos unió indestructiblemente. A mí me apodasteis como «el nene», pues era el más joven de la redacción. Juan Bosco, Damián Caubet, Jota Jota, Willy, Eduardo Jiménez, Carlos Garrido, Paco Riutort, JA Rodríguez, Marcos Verger... Más cerca de mi corta edad, Andreu Manresa y Pepe Negrón. Qué tiempos aquellos! Tu y yo, con el malogrado Damián, del periódico al monte, al pinar, a la garriga. Tras la becada, la perdiz, la liebre. 

Hemos pateado juntos media isla. Compartimos un montón de cotos, montañas de lances de caza, siempre con nuestros perros como principales protagonistas en cada situación. Ellos eran los artífices y nosotros rematábamos la faena como premio a su infatigable trabajo. Los dos estábamos profundamente convencidos de que, una vez cobrada la pieza, si pudiéramos le devolveríamos la vida. Gabriel, aunque sé que siempre fuiste ácrata y ateo, si existe Dios ya te ha perdonado. Tu sabiduría y bondad están muy por encima de errores que, todos, hayamos cometido. 

Como promete Alá a sus seguidores lo del paraíso y las 100 mil vírgenes yo a ti te deseo en donde te encuentres, una buena garriga rebosante de piezas cinegéticas y en compañía de los mejores canes que siempre adiestraste. Adiós compañero. Te añoraré hasta que me toque reunirme contigo. Deja algo para mí, ¿eh?