Me sucedió recientemente, algo un poco desagradable en el transcurso de un examen de B2 de catalán. Justo me encontraba inmersa respondiendo las preguntas que surgían y de repente, alguien da un porrazo con la mano justo en la mesa donde yo me encontraba concentrada realizando dicha prueba, se trataba de la examinadora que irrumpía ese momento, propinándome un sobresalto que creo que es innecesario, lo hizo para que le hiciera entrega de la evaluación, por supuesto, yo le solicite unos minutos para terminar, tengo que decir que me encontraba dentro del tiempo permitido, como seguía insistiendo a grito pelado, finalmente le cedí el documento sin responder y sin casi repasar las últimas preguntas. Después de este episodio, cedió permiso para salir unos minutos antes de comenzar el siguiente ejercicio, con este acto, dio a entender que sobraba tiempo, ese tiempo disponible que yo solicitaba y que no me concedió.

El resultado que he obtenido está bien claro, «no apto». A día de hoy, todavía me pregunto cuál hubiera sido el resultado, si me hubiera permitido, por lo menos, terminar el examen.

He procedido a presentar una reclamación a Política Lingüística y día de hoy, todavía no me han contestado, no sé si en un futuro lo harán.

No veo justo que ya de por sí, los exámenes son situaciones nada fáciles, que además con estos hechos, lo hagan más complejos todavía. Creo que tanto respeto se merecen los examinadores como los que nos examinamos y deberían darse cuenta, que un simple hecho de esta magnitud, puede acarrear un suspenso y una pérdida de tiempo, para ellos y para los que nos examinamos. Ahora me preparo para el siguiente y pienso, ¿que pasará? Solo espero que no se repita.

Quería compartir y dar a conocer mi vivencia, la cual estoy segura de que algunos se verán reconocidos con esta situación. Estaría bien que estos hechos no se repitieran, ya que con ellos no hacen ningún favor a los que tenemos interés e intención de aprender catalán.