Es probable que en 2032 Putin visite Kiev en olor de sus multitudes y los nuevos jefes de Ucrania impulsen una colecta para regalarle un monumento en recuerdo de los soldados rusos caídos en la guerra que él inició diez años. Alguien recordará que aquellos soldados impidieron que personas cargadas de niños, maletas y legalidad ucraniana huyeran por los corredores humanitarios previamente pactados, pero dará lo mismo.

En el año 1947 Franco visitó Palma en olor de sus multitudes y los nuevos jefes de Mallorca impulsaron una colecta para regalarle un monumento en recuerdo de los soldados españoles que, desde el crucero Baleares, dispararon a matar contra personas que diez años antes avanzaban despacio, sin armas y cargadas de niños, maletas y legalidad republicana por el camino de la costa que une Málaga y Almería para no sufrir la represión que los franquistas aplicaban sin piedad en cualquier población que cayera en su poder. Testigos recuerdan que el buque se acercaba tanto a la costa que los marinos podían ver las caras de desesperación de los caminantes a los que asesinaban.

En Palma el monolito sigue en pie y el curso pasado, y todos los anteriores, antes o después de Semana Santa, un número importante de profesores de 4º de ESO anunciaron en clase que no les daría tiempo a exponer las lecciones de la Historia de España a partir de los años 30 del siglo XX.

Así como proliferan hoy en este Reino los políticos que defienden al mismo tiempo la dictadura y la monarquía, restaurada también en 1947, difícil veo que los ucranianos y los rusos consigan un futuro libre de los herederos de Putin.