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El bus lanzadera planta a los viajeros

Isabel Fernández. Alaró.

El bus lanzadera que cubre el servicio entre la estación de Consell y Alaró ha dejado en tierra a los usuarios al menos dos veces en una semana. La última el 29 de noviembre. El servicio que parte a las 20,40 no se ha dignado a esperar unos minutos, nunca más de cinco, a los pasajeros que habían salido de Palma a las 20’17, cuyo tren llegaba con unos minutos de demora.

Los usuarios del servicio se ven obligados, salvo que un buen samaritano con coche se apiade de ellos, a permanecer durante una hora en un lugar inhóspito, alejado de todo núcleo habitado y, en estos días, padeciendo el frío y la lluvia.

La decisión de no esperar unos minutos para compensar la demora del tren podría explicarse si se provocase una cadena de demoras que afectase a otros viajeros. Pero no es el caso. El autobús se queda estacionado entre las 20’47 y las 21’17 en la parada de Alaró.

Alguien no piensa en el pasajero. Puede tratarse del conductor, de la empresa concesionaria del servicio o de un político del Govern que exija puntualidad más allá de la racionalidad. El brutal incremento de precios no se traduce en una mayor atención al ciudadano ni en una modernización del contacto entre tren y bus para conocer si el tiempo de demora afecta al servicio. Sea quien sea el culpable, obvia al cliente como centro del servicio público, razón última de la existencia de una estructura llamada Estado.

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